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miércoles, 6 de septiembre de 2023

VI. Miscelánea de poesías varias.

VI.

Miscelánea de poesías varias.


I.

A Juan Sebastián Elcano,

Oda bascongada 

por el P. José Ignacio de Arana.

Dialecto De Guipúzcoa.

Por la elevación de sus ideas, por su lenguaje eminentemente poético, sus hermosas imágenes y sus bellezas de dicción, puede señalarse esta oda entre las mejores con que cuenta la literatura bascongada.

Escrita por su autor hace algunos años, fue enviada en copia por uno de sus amigos al Concurso celebrado en San Sebastián en septiembre último, mereciendo ser favorecida en aquel certamen con uno de los premios.

El P. Arana, que no tuvo noticia de su presentación hasta después de conocido el resultado, ha introducido posteriormente en el texto primitivo algunas ligeras variantes, (entre ellas la del nombre del insigne marino a quien está dedicada, que aparecía Kano, y ha rectificado por Elkano, en virtud de datos posteriores que estima fundados), autorizándome para su publicación en esta serie del Cancionero.

Gracias pues a su bondad, me cabe hoy la fortuna de dar a conocer esta preciosa composición, cuya aparición era esperada con verdadera curiosidad por los amantes del bascuence.

Sin entrar a formular un juicio detenido de ella, no puedo menos de llamar la atención del lector hacia la estrofa 7.a, de verdadera elevación poética, de gran efecto onomatopéyico, y que puede presentarse como un buen modelo del género descriptivo; y las estrofas 8.a, 10.a y 13.a notables por la personificación que en ellas se desarrolla. Es también muy hermosa la estrofa 12.a; bellísima la doble consonancia observada en el verso 3.° de la 10.a, por lo que tiene de imitativa, y valiente e inspirada la prosopopeya con que termina la 13.a

El Sr. Arana merece por sus trabajos los más cumplidos plácemes de cuantos se interesan por el desarrollo y el brillo de la poesía bascongada. Hé aquí su oda:


Juan Sebastián Elkano.

Getariatar Jaunari, mundua jira-biratzen.

(1519-1522.)


Euskera kantа.


¿Nora zoazkit idurimena,

Zabalik egal-urdiñak?

Chimist-oñakin zoaz ikusten

Munduko bazter urriñak?

Ara Elkano, zure ondoren

Bildurik lagun berdiñak.


Ikusi nai du nundik sortzen dan

Eguzkiaren argiya,

Zein ichasotan gordetzen duen

Bere buruko koroiya;

Biribilla dan mundu au, edo

Nun duen azken arraiya.


Ontzi-galantak San Lukar-dikan

Ichaz-gizonez beteak,

Boga-ta-boga dijoaz ariñ:

Sututzen ditu Fedeak,

Eta Españaren izen aundiya

Munduban zabal-nayeak.


Beren aurrean, egan dijoa

Zeruko aingeru galaya,

Españatarren kontua duen

Goartari chit ernaya,

Ego urrezkoz erdibiturik

Aize-labañen erraya.


Ongi zoazte. Ager zazute

Ta urrutietan zabaldu,

Nola Jainkoak bere semea

Mundura zigun bialdu,

Eta gizonak zeruratzeko

Nola zitzaigun azaldu.


¡Gizon argiyak! joango dirade

Zuen ondoren aurrera!

Batzuek égi-ta Erlijioz

Jende gaistoak ontzera,

Besteak berriz merkaduriyaz

Urre ta perla biltzera.


Ongi dijoaz; Alperrik dira

Odei goibelak urratzen,

Alperrik trumoy-danbatekoak

Eta oñazkarrak zartatzen,

Itz-ujoldeak burruka amiltzen

Lurrak ikaraz dardatzen


Euskera kantak aitzen dituzte

Milla ugarteen magalak,

"Ara Euskaldunak" esaten dute

Ur-urdiñ zelay zabalak;

"Ara Euskaldunak", erantzun dute

Aize biguñen egalak.


¡Otentoteak, Jeorgi-tarrak,

Ta Moluka-tar liraiñak!

Zurezko-echeak (1) labañ dakazki

Zuengana gaur Españak...

¿Nun arki dira ontzi ta gizon

Aiñ eder eta bikañak?


Baña ¿zer dakust (2) ¡¡Gorrotoaren

Iran-zugea parian?...

Listorra zorrotz, chistuka ta orroz

Dator ujolen gañian;

Puzuni beltza isurtzen dabill

Ichas-gizonen artian.


¡Ai Amerika! ¡Ah pake-ichaso! (3)

¡Ai Zebu-ugarte gaistoa! ...

Españatarren odol-ederrez

Gorri dezute kanpoa!

Magallanes-ek bere lagunaz

Or utzi zuen lepoa.


Ontzi bakar bat osorik dago

Elkano dala Gidari:

"Aurrerá", diyo, erreguturik

Ama Birjiña Santari,

"Aurrerá guazen; begira aurrian (N. E. Leo aurrerà)

Aprika-aldeko lurrari."


Java, Sumatra, pasa zituzten,

Ta Aprika-azpitik jo goirá,

Kabo-Verdera ta Azores-era

Ibill da ibill (4) jun dirá:

Zeru ta lurrak arritu ziran

Ta Euzkia geldi begirá.


Urteak iru pasa baño len,

Jirarik lenen Mundua,

Elkano bere lagun onakin

San Lúcar-era dijua

Eta Sevillan Birjiña-gana

Ematera ezker-prutua.


Jason azturik, oroi Elkano

Ichas-errege goiena,

Drake ondoren, Noort ta Kook

Ta Espilbergen urrena,

Bañan Elkano danen Gidari

mundu jiratzen aurrena.

(J. J. A.)


(1) Zurezko-echeak, lit. casas de madera, naves (ontziak),

(2) Dakust. Es primera persona del singular del presente de indicativo irregular del verbo ikusi, ver.

(3) ¡Ah, pake-ichaso! ¡Oh mar Pacífico

(N. E. Griego talaso, océano, mar; paz, pax, pacífico, peaceful : pace full, pacific, etc.

(4) Ibill da ibill, andando sin cesar. Es muy oportuna y expresiva esta repetición. (N. E. chino chano en Aragón.)


Al Sr. D. Juan Sebastián de Elcano,

natural de Guetaria, rodeando el orbe.

(1519-1522.)

Oda bascongada.

(Traducción semi-literal.)

A do vuelas; rauda imaginación, desplegando tus alas azuladas...? Rodando veloz con tus fulmineos pies, pretendes acaso revistar los más lejanos confines del mundo...? Ve ahí a Elcano, que acompañado de otros héroes iguales te sigue en pos.

Quiere ver de dónde nacen y brotan los primeros fulgores de Febo, y en qué mar occidental guarda y deposita la áurea corona de su cabeza; si este mundo es redondo, o en dónde tiene sus últimos límites.

Soberbias naves llenas y henchidas de bravos marinos bogan y bogan veloces desde San Lúcar (N. E. Sanlúcar de Barrameda), surcando los mares: inflama sus pechos la Fé, y el ardiente deseo de difundir el gran renombre de España por cien mundos.

Volando ante sus ojos, hiende raudo con alas de oro las entrañas de la resbaladiza atmósfera el ángel gallardo del Empíreo, el custodio vigilantísimo de los destinos de los Españoles.

Idos en hora buena. Manifestad y publicad en las naciones más remotas, que Jehová, el Señor de las Alturas, nos envió al mundo a su Divino Hijo, y cómo se nos descubrió en carne mortal para llevar al Cielo a los hombres.

Tras vuestras huellas y rumbo, seguirán después adelante otros esclarecidos varones, unos a mejorar y civilizar a la perversa gentilidad con las luces de la verdadera religión; otros, empero, para atesorar oro y perlas por medio del comercio.

Van bien. En vano rásganse los negros nubarrones; en vano los estampidos del trueno y los rayos estallan y revientan, y luchan y chocan, rodando con ímpetu bramante corrientes inmensas de las aguas, y las tierras del continente retemblando se estremecen.

Las playas y senos de mil remotas islas, escuchan alegres por vez primera los cantos euskaros: "Hé aquí los bascos" dicen al resbalar los acentos las vastas praderas de azuladas ondas. "Hé aquí los bascos" responden placenteras las alas de los blandos céfiros.

Hotentotes, Georgianos, y esbeltos Molucos: hoy os trae la grande España sus lígneas casas deslizadas hasta aquí por cien borrascosos océanos. ¿Dónde hallarán jamás vuestros ojos tan magníficas naves y gente tan gallarda y escogida?

Mas ¿qué veo? La horrenda sierpe del rencor funesto se presenta delante! Viene rodando sobre las ondas con rugientes silbidos: brama, y blandiendo en su entre-abierta boca el aguzado aguijón, derrama a torrentes su negra ponzoña, entre los bravos marinos.

¡Oh América! ¡Oh mar Pacífico! ¡Oh pérfida isla de Zebú!! Colorasteis crueles vuestras playas con la hermosa sangre de los Españoles. Vuestra traición segó fiera el noble cuello de Magallanes y sus compañeros.

Sola una nave, cual sol incólume, queda entera, y el gran Elcano dirige sus destinos. ¡¡Adelante!! clama elevando sus ardientes plegarias a la Virgen Madre Santa Estrella de los mares. "¡¡Adelante, boguemos: ved, compañeros, ante vuestros ojos el continente Africano!!”

Atravesadas Java y Sumatra, y girando veloces el Sur del África, y subiendo y bogando sin cesar, alcanzan las costas de Cabo-Verde y Azores. Cielo y tierra se asombran de aquel portento, y queda el Sol absorto, mirando con mil ojos aquel prodigio.

Apenas rápidos deslizáronse tres años, y ved al admirable Elcano, después de rodear el primero al Orbe, arribar alegre con sus dignos socios a San Lúcar, de dó saliera; y rendir en Sevilla (N. E. Betis, vasco beti, siempre, eterna, casi como Roma) su tributo de agradecimiento a la Virgen su Patrona y Libertadora, que los ha salvado en alas de la Victoria.

Olvídese ya a Jasón, y canten todos al más eminente de los argonautas: Elcano. Sigan después sus huellas el pirata Drake, y los audaces Noort, Kook (James Cook), y Spilbergen: mas sólo tuya será ¡oh Elcano! la sin igual gloria de haber rodeado y circundado primero el mundo.

(J. J. A.)



II.

Gurutzearen garaitupena

Euskaldunakin Nabas-en,

por el P. José Ignacio de Arana.

(Dialecto guipuzcoano.)

Cántase en esta oda el decisivo triunfo alcanzado por los cristianos en el memorable campo de las Navas en 16 de julio de 1212, (N. E. Navas de Tolosa, también conocida como la batalla de Úbeda. Reyes principales: por Aragón, Pedro II, por Navarra, Sancho VII “el fuerte”, por Castilla, Alfonso VIII) triunfo en el cual cupo tan gloriosa parte a las voluntarias huestes basco-navarras que formaban parte de aquel formidable ejército, (N. E. Ojo, cuando se prestaba juramento y homenaje a un rey, no solía ser voluntario el ir a la host, ost, hueste, sin perjuicio de otras libertades, fueros, franquezas, etc.)

y combatieron denodadamente en su vanguardia al mando de D. Diego López de Haro, Señor de Vizcaya. 

Cuando tan olvidadas están, y con tanto desdén se habla por los adversarios de la Euskal-erria, de las hazañas que en todo tiempo han realizado los euskaldunas, nada más justo ni más oportuno que el que nuestros poetas recorran las páginas de la historia, para reverdecer los laureles marchitos hoy por la pasión política, y beber su inspiración en las gloriosas empresas llevadas a cabo por los bravos descendientes de Aitor, presentándolas a la consideración de propios y extraños, así para restablecer la verdad de los hechos, como para estimular con tan nobles ejemplos el valor y el heroísmo de las generaciones presentes y venideras.

La oda del P. Arana, que obedece a tan alto fin, si bien corta en proporciones, es rica en inspiración, y notable por su correcta dicción y su elevación poética, habiendo merecido una mención honorífica en el Concurso celebrado, bajo los auspicios del ilustre bascófilo M. d' Abbadie, en el pueblecillo de Saint-Palais (Francia) en el mes de agosto de 1878.

La traducción castellana de que va acompañada esta composición, - así como también la de la oda a Elcano, - han sido expresamente hechas para el Cancionero, por el mismo autor de las producciones originales, que ha demostrado con ellas su buen gusto literario y sus excelentes condiciones de escritor.

En esta última, el P. Arana ha tenido la feliz idea de encabezar la oda, y terminar cada una de sus estrofas con un pareado de arte mayor, que contribuye a embellecer más y más su excelente versión.

Dice así la Oda:


1212.

Gurutzearen garaitupena

Euskaldunakin Nabas-en.


Atozte, (1) korri, kantatutzera

Euskaldun anai maitiak,

Gurutze galai Jainkozkoaren

Mirari guziz andiak.

Gurutze baten gugatik illik

Jaungoikoaren semiak

Desegin ditu beti- betiko (2)

Etsaien asmo guziak:

Distiatzen du mundu osoan

Gurutzearen argiak.


Orisen dago ¡zeiñ edergarri

Gure mendien gañetan!

Ori Erregeen buruetan (3) da

Agintarien armetan!

Ori da agiri gallorturikan

Gure Eliza danetan :

¡Lezo Santura begiak alcha!

Euskaldun erri onetan

Gurutzearen milla mesede.

Arkitzen dira loretan. (4)


Lauburu onek milla ta berreun

Amabigarren urtean 

Euskaldunakin garaitu zuen

Mairu gogorren artean:

Sancho (5) ta Alonso (6) buru zituzten,

Ta Aro (7) jaunaren mendean

Arri-ta-makill (8) bazijuazen

Basamortuen tartean.

Illera askotan, isill-isillik (9)

Mendigaiñ artu artean.


Igo ziraden artzai batekin

Muradal-eko portura

Ekusteko zan Afrikatarren

Beldur, larri ta estura.

Beela dijoaz, Ubeda utzirik,

Errege duten lekura:

Baña, Kristabak gurutzeakin

Ta Ama-Birjiñaen ichura,

Sartzen zaizkate, ill-edo bizi (10)

Beren gaiñ eta burura.


¡Aurrera! dio, Alonso erregek:

Ta oiduka danak ¡Aurrera!

Haro ta Lete, (11) Nuño ta Lopez

Saltoka ezpaten artera;

Millaka-euskaldun, otsoak nola

Ardiak triskillatzera:

An ere datoz Napar ta Aragoi

Kateak purrukatzera;

Lotsa gorrian (12) Errege beltza 

Sebilla-ratu da atzera.


Illerri bat da ilkintzarekin

Nabas deritzan tokiya;

Berreun milla berberiskoak

An utzi zuten biziya,

Gizon odolez ujoltzen zala

Guadalkibir-ko ibaya.

¡Gloriya bada Gurutzeari,

Birjiña Amari Gloriya!

Ta izarrez-gora jaso dezala

Mundubak Euskal-erriya.



1212.

Con los Bascos la Cruz ostenta gloria 

De las Navas en la ínclita victoria.


Venid, venid, y volad, caros hermanos Euskaldunas, a cantar los grandiosos portentos de la esbelta y divina Cruz: Al ofrecer en Ella su vida por nosotros el Hijo del Altísimo, desbarató para siempre los funestos intentos de todos sus enemigos;

Y bañado en su luz el mundo entero

Aparece radiante y placentero.

¿La veis? ¡Cuán hermosa se ostenta en las cumbres de nuestras montañas! Vedla en las coronas de los reyes, en las armas de nuestros guerreros y adalides! Vedla cómo se muestra y gallardea en lo alto de todos nuestros templos! Alzad vuestros ojos al santuario de Lezo, y veréis que en aquel humilde albergue de la Euskaria

Florecen de la Cruz portentos bellos,

Difundiendo benéficos destellos.

Este Santo Lábaro, conducido por los bravos Euskaldunas, obtuvo en 1212 una brillante victoria contra los fuertes mauritanos: Sancho y Alonso eran sus jefes, y al mando del Señor de Haro, iban a brazo partido, abriendo paso por bosques de espesos matorrales, por do desfilábase

En silencio la cauta muchedumbre

Del monte hasta arribar la erguida cumbre.

Dirigidos por experto pastor, presentáronse súbitamente en el alto puerto de Muradal. ¡Allí eran de ver el miedo, el terror y el congojoso aprieto de los africanos! Abandonan a Úbeda, y corren al punto a proteger el campamento de su Rey; más allá se lanzan los Cristianos, tremolando los estandartes de la Santa Cruz y de la Virgen Madre, y

De la hueste enemiga en lo más fuerte

Arrójanse a luchar a vida o muerte.

¡Adelante! grita el rey Alonso, y todos a voz en cuello responden ¡Adelante!. El de Haro y Lete, el de Nuño y López, lánzanse fieros a enemigas espadas, y miles de Bascos se precipitan tras ellos, como hambrientos lobos a destrozar indefensas ovejas. Allá van también tras éstos los Navarros y Aragoneses a romper las férreas cadenas, que defienden al agareno; escapa el negro rey hacia Sevilla; 

Dirige allá los pasos mal seguros,

Y esconde su vergüenza tras sus muros.

Con la horrible matanza conviértese en vasto cementerio el campo de las Navas: doscientos mil Berberiscos dejan allí sus vidas: hínchase y se acaudala con corrientes de sangre humana el Guadalquivir undoso. ¡Gloria, pues, a la Santa Cruz! ¡Gloria a la Virgen Madre!

Y el mundo ensalce el Euskaro ardimiento

Sobre estrellas del alto firmamento.


(1) Es segunda persona del plural del imp. del verbo etorri. 

(2) Beti-betiko, siempre y para siempre, o por siempre. Es muy expresiva esta repetición.

(3) Buruetan, lit. en las cabezas.

(4) Loretan arkitu, hallarse en flor, florecer.

(5) El rey D. Sancho el fuerte de Navarra.

(6) El rey D. Alonso VIII de Castilla.

(7) D. Diego López de Haro, mandaba la vanguardia, de la que formaba parte la legion bascongada.

(8) Arri ta makill, es una locución especial que quiere decir con todo empeño, con el mayor tesón (alegin guziarekin), a toda fuerza, a brazo partido, (al diran indar da bide guziekin), etc. 

(9) Isill-isillik, lit. callando-callando, es decir, con el mayor silencio, a fin de que no fracasara la empresa.

(10) Ill edo bizi, lit. a morir o vivir, esto es, a luchar a vida o muerte, a vencer o morir.

(11) Pedro Martínez de Leet o Lete, uno de los jefes navarros que formaba parte de la vanguardia euskalduna, en la que figuraban también Nuño y López, designados después.

(12) Es muy gráfica esta frase, lotsa gorrian, que no puede traducirse exactamente. Rojo de vergüenza, lleno de vergüenza...

III.

Ama euskeriari azken agurrak,

por Felipe Arrese y Beitia.

Dialecto bizcaíno.

Preciso es confesar que si la literatura y la poesía bascongadas no han alcanzado un desarrollo y un grado mayor de esplendor en tiempos antiguos, se debe indudablemente al abandono, a la escasísima protección de que han disfrutado sus raros cultivadores. Casi siempre se encontraban éstos sin medios de dar siquiera a conocer sus composiciones, y las más veces desaparecian aquellas sin los honores de la publicidad, para perderse en el panteón del olvido.

Basta fijarse para ello en un solo hecho. Apenas se ha despertado un poco la afición al bascuence, apenas han comenzado a gozar de alguna estimación las producciones escritas en este admirable idioma, y se han iniciado los concursos o certámenes que tienden a estimular esta propaganda, el número de los escritores aumenta visiblemente, y nuestra poesía va ganando de una manera ostensible en pureza, en elegancia y en elevación.

De puramente vulgar que era va caminando al rango de trascendente, y testimonio de ello son la soberbia elegía de Arrese, a la que sirven de preámbulo estas líneas, las dos odas del P. Arana, que le preceden en este mismo volumen, las traducciones clásicas del señor Otaegui, y otras composiciones de no menos valía con que en cortísimo plazo se ha enriquecido el hasta hoy modestísimo tesoro de nuestra poesía.

Este renacimiento, comenzado bajo tan felices auspicios, augura una época de mayor brillo y esplendor para la literatura bascongada, y los provechosos resultados alcanzados por los primeros iniciadores, deben servir de estímulo a los que, llenos de patriótico deseo, comienzan hoy a ejercitar sus primeros ensayos en esta antiquísima lengua, y de justa satisfacción a cuantos han contribuido a encarecer la necesidad de levantar del olvido y el abatimiento en que yacían nuestro especial idioma y nuestra peculiar literatura, y han trabajado en uno u otro concepto, para la realización de este fin.

Foméntense los certámenes poéticos y las justas literarias, ofrézcanse recompensas, aunque por el momento sean éstas poco menos que puramente honoríficas, a los que se distingan en estos trabajos, y pronto se verá aumentar el número de los escritores euskaros, con honra y provecho de nuestras letras.

No hace todavía un año, la Asociación Euskara, de Navarra, que tantos y tantos desinteresados y útiles servicios viene prestando desde su creación en pro de los intereses permanentes de la Euskal-erría, asociada con el ilustre bascófilo M. Antoine d' Abbadie, anunciaba uno de estos certámenes en lengua bascongada. Entre las numerosas composiciones que allí se presentaron contábase la elegía que a continuación reproduzco, composición notabilísima por su fondo y por su forma, que puede figurar dignamente al lado de los más celebrados cantos nacionales, y que revela la existencia de un poeta de primer orden, desconocido para todos hasta aquel momento.

Este poeta se llama Felipe Arrese y Beitia, y la composición con que ha hecho su aparición en el campo literario, y que le ha conquistado ya un nombre y un puesto estimable en el Parnaso bascongado, es la titulada ama euskariari azken agurrak.

"Ternura exquisita, profunda melancolía, grandiosidad de imágenes, lamentos como los de Jeremías y apóstrofes como los de Shakespeare, son las joyas que atesora esta elegía, sin rival en la lengua euskara", ha dicho con razón al examinarla el ilustrado y laboriosísimo escritor navarro D. Arturo Campion, (1)

"No puede desconocerse el valor literario de este canto. Es uno de los más bellos que posee la lengua euskara, y figurará sin desventaja entre los cantos nacionales de otros pueblos", ha añadido por su parte un distinguido bascófilo de allende el Bidasoa, en el breve preámbulo con que acompañaba una excelente traducción francesa de esta magnífica prosopopeya. (2)

Y grato es confesar, que con poetas como el Sr. Arrese y Beitia, y con producciones como la que es objeto de estas líneas, la poesía bascongada podría muy pronto salir con honra y gloria de la modesta oscuridad en que ha vivido hasta nuestros días.

Si hubiera de hacer un estudio completo de esta verdadera joya literaria, necesitaría más espacio del que puedo disponer en estas páginas, y por otra parte, el juicio que acerca de ella ha publicado con anterioridad mi querido amigo Arturo Campion, y cuyos párrafos más esenciales trascribo, me dispensan de esta tarea.

“La composición que acabo de traducir - dice el inteligente escritor navarro - marca un nuevo periodo en la poesía euskara; por primera vez ésta deja de ser popular, y se eleva al rango de trascendente: la profunda personificación de la raza en la lengua, es una prueba incontrovertible de ello. Aunque imperfectamente, creo haber conseguido hacer palpable la inspiración titánica que informa la elegía. 

(1) Artículo publicado en la "Hoja literaria" del Noticiero Bilbaíno, correspondiente al 12 de enero de 1880.

(2) Folletín de La Semaine de Bayonne, correspondiente al 6 de agosto de 1879.

Lo verdaderamente imposible de indicar son las numerosas bellezas de factura que encierra; a la atención de los aficionados me permito señalar la hermosísima estrofa que principia con las palabras

Zagozé oraindik zutik arkaitzak? (1)

en la que el poeta consigue producir un efecto onomatopéyico asombroso, al lado del cual palidecen el célebre verso de Zorrilla:

El ruido con que rueda la ronca tempestad,

y el tan celebrado del poeta latino:

Al tuba terribili sonitu taratantarra dixit.

"En la presente poesía el arte es tan grande como la inspiración, la ley de la gradación de los efectos, capital en literatura, está observada con rigurosísima exactitud. La poesía comienza con los plañideros acentos de la melancolía, y termina con los gritos épicos de la desesperación. Parece que estáis oyendo el crescendo de la sinfonía en do menor de Beethoven, mediante el que el incomparable músico alemán pasa del scherzo al alegro triunfal. Este golpe de genio lo ha tenido también Arrese. Mirad el camino recorrido desde las acongojadas palabras

Nun dira oraiñ oraiñ negarrak?

Nun dira neure begiak? (2)

hasta el grito sublime de Lurtu ichasuak, (3) y veréis que media un abismo que únicamente el vuelo de un águila podía salvar."

Hasta aquí el Sr. Campion, a cuyos justos elogios y atinadas observaciones nada tengo que añadir; sólo diré, por mi parte, que el bascuence de Arrese es claro, e inteligible sin gran esfuerzo para todos los euskaros, y que más que al lenguaje de Ochandiano, que es de los más difíciles, pertenece al dialecto de Guipúzcoa, que es el que sirve de lazo de unión entre todas las variedades, por más que conserve en sus detalles algo del sabor bizcaíno.

(1) Todavía permanecéis de pie, rocas? (trad. lit.).

(2) Dónde están ahora las lágrimas? Dónde están mis ojos? 

(3) Vuélvete tierra ¡oh mar!

Ahora bien: ¿quién es el hasta hoy desconocido autor de este poema?

Felipe Arrese y Beitia, nació en Ochandiano (Bizcaya) el 25 de mayo de 1841; de modestísima familia, aprendió las primeras letras en la villa natal, en la que permaneció hasta los trece años; y a esta edad, manifestándose en él una decidida afición a las bellas artes, pasó a Vitoria, en cuya Escuela especial ingresó como discípulo de dibujo y escultura del laboriosísimo profesor D. Marcos de Ordozgoiti.

Habiendo alcanzado los conocimientos necesarios se retiró a su hogar, y en él vive, trabajando de continuo en su profesión, construyendo, ya retablos, ya imágenes para las iglesias de las tres provincias hermanas, que le proporcionan ocupación más que suficiente, o entretenido en la decoración de edificios de toda índole, con trabajos en piedra y madera.

Durante el fatal periodo de la última guerra civil (1873 a 1876) permaneció en San Sebastián, donde halló manera honrosa de vivir con el fruto de su profesión, y entre sus trabajos de esta época se cuentan los bustos de hombres célebres que coronan el edificio que ocupa actualmente nuestro Instituto provincial.

El Sr. Arrese, muy aficionado desde su niñez a los libros bascongados, se había dedicado siempre con solicitud a su lectura, y había practicado algunos humildes ensayos en la lengua nativa; pero la composición con que se ha dado a conocer es la elegía Ama euskeriari, que constituye para él un justo título de gloria, y es una brillante joya para la poesía bascongada.

Nobleza obliga, y el éxito que ha alcanzado el Sr. Arrese, con su primera producción, le impone deberes cuyo cumplimiento no puede rehuir, sin defraudar las lisonjeras esperanzas que ha hecho concebir a todos los amantes de la lengua y la literatura bascongada.


IV.

Azken agurrak gure etsaigoari,

por

Antonio Arzac y Alberdi.

Dialecto guipuzcoano.

Esta pequeña composición es, por decirlo así, continuación y complemento de la admirable elegía de Arrese que le precede.

Habiendo leído el Sr. Arzac el sentido y triste adiós que el poeta bizcaíno dirigía, en momentos bien dolorosos ciertamente para la tierra euskara, a la lengua que desde los tiempos prehistóricos ha sido patrimonio de los bascongados, sintióse profundamente herido en su corazón, agolpáronse las lágrimas a sus ojos, vio en las desdichas intestinas, hijas de las pasiones políticas, la causa principal de los males que afligen a nuestro país, y con la esperanza y el entusiasmo que nunca faltan a la juventud, escribió esta composición, la primera sin duda ninguna que brotaba de su pluma, no acostumbrada hasta entonces a trabajos de esta índole, para predicar la unión entre hermanos e hijos de una madre común, como única áncora que pudiera contribuir a salvar el arca santa de nuestras viejas tradiciones.

El Sr. Arzac no ha hecho sino iniciar el pensamiento, desconfiando quizás de sus propias fuerzas, y en su brevísima composición nótase cierto desorden, propio de la excitación de que se hallaba dominado su espíritu. La idea que le anima es, sin embargo, tan útil como fructífera, y el ensayo merece sincero aplauso.

Lástima es que el Sr. Arzac no hubiera dado algún mayor desarrollo a su pequeña producción, que no obstante esa circunstancia mereció una mención honorífica en el Certamen celebrado en San Sebastián en 1879, al que fue presentado.

Sirva esta modesta distinción para infundir mayores alientos al joven poeta, y para animarle a continuar con fé y entusiasmo el camino que ha emprendido bajo tan felices auspicios.


Ama euskeriari

azken agurrak!!! (1)


Neure biotzeko Amacho (2) zarra,

Anchiñako ama Euskera,

Seme leyal bat oraiñ datortzu

Azken agurra emotera.

Ainbeste gerra goitu ezin da

Danori atsotu zara;

Zauriren zauriz galdu galdu-ta, (3)

Amacho, zuaz illtzera!


Zorigaistuan negargarri-ta

Dot sendimendu andia,

Geure lur maite dakustalako (4)

Gaztelatuta jarria,

Bestela erdu, erdu ikustera,

Tubal euskelaria,

Baña ez dozu ezagutuko

Oraiñ zeure jatorria.


¿Nun dira bada zure semiak,

Foru ta euskera-zaliak?

¿Nun dira bada, Tubal gure aita,

Zure ondorengo garbiak?

¿Nun dira bada zure ume zintzo

Eta leyalen legiak?

¿Nun dira oraiñ oraiñ negarrak?

¿Nun dira neure begiak?

Agur illun bat egin deuskue

Guraso zarren legiak,

Umezurtz batzuk gelditu gara

Billosik foru-bagiak.

Izan bagiña eurak legetche

Euskeriaren zaliak,

¡Oso ta garbi gordeko ziran

Oitura aiñ miragarriak!


Errazoyagaz esango dabe

Gure urrengo umiak

Izan giñala duda bagarik

Ero ta zoro garbiak;

Jakngio (Jakingo) dabez euskeriagaz

Genduzan eskubidiak,

Erdera-zale (7) giñalako egin

Galdu zirala guztiak.


Zorioneko arkaitzak, eta

Zorioneko mendiak,

Oraiñ artian zuek zare izan

Foruen gordelariak.

Zuek goyetan beti euskeldun,

Ez alan beyan erriak; (8)

Orra zer gero ekarri deuskun

Azkenian erderiak.


Ez, beyetan ja ez det ikusten

Tubalen ume zintzorik,

Ez dalako gaur emen entzuten

Erdera baño besterik.

Onechek dauka nire biotza

Naibagez erdibiturik, (9)

Ez dodalako gure euskera

Osatuko dan usterik.


Euskeriari gorroto eta

Gozau nai bere foruak

Dirala uste dot barru-barrutik (10)

Auterestia zoruak.

Izan leiteke ori alan, baña

Niri ezetz diñost goguak;

Baldin euskera bizten ezpada,

Illzat daukadaz foruak.


Geure erruz bada ekarri dogu

Eriotzako unera

Berbeta eder, gozo ta leun au

Beste munduko atera.

Norbait ezpada laster minduten

Osasuna ematera,

Mundutik laster juan bear dau

Ama Euskerak bestera.


Ainbeste seme eman zikuzan

Ichasorako zoliak,

Liorrerako ez gichiago

Gerrari bildurgarriak;

Liburuetan ta izkuntzetan

Ugari miragarriak.

¡Ill ziran danak, ta oraiñ ill biar

Euskera maitagarriak!


Or, Gernikako arboliaren

Oñian dago etzinik,

Estu ta larri, ta ja illian,

Arnasaz bete ezinik.

¿Au jakin-eta, ez ete deutsa

Iñok artuko errukirik?

¿Ez ete datoz bere semiak

Osagarriak arturik?


Ay neure Ama, gaurko semiak

Derichat (11) dagoz aztu-ta,

Estura onetan lagundutera

Iñor ez da agertu-ta.

¡Ill zaite bada, bakar ta soillik,

Paradisuko izketa, (12)

Sei milla urtian ainbeste damu,

Garratz, mingotz iruntsi-ta! (13)


¿Zer aldaikezut, (14) Ama, bakarrik

Agonia estu orretan?

Zotin, zizpuru, negarrez urtu (15)

Etzinik zeure oñetan;

Parka eskatu seme danentzat

Biotzez bene-benetan, (16)

Zuri arimia lagun ipinten

Jaungoikuaren eskutan.


Zuaz mundutik orban bagarik,

Zuaz mundutik garbia,

Zuaz mundutik adorau baga

Ez idi eta ez beija.

Beti gorrotau, beti zapaldu

Zenduen idolatria,

Ja oraiñ zagoz Jaunak emoten

Fedian zintzo bizia.


¡Ill da Euskera! ¡Ill da Euskera!

Betiko itchi dauz begiak,

¡Negar Arabak! negar Guipuzkoak!

Negar egin bei Bizkayak!


Negar, arkaitzak! negar, mendiak,

Agortu arte iturriak,

Ainbeste gacho, ainbeste gatchen

Osasun emongarriak. (17)


¡Negar, Naparrak, geure anayak,

Ta Euskeldun Frantziakuak!

¡Negar batera! (18) danok urratu

Sentimenduz soñekuak.

Artu historia edo kondairak

Emengo anchiñakuak,

Ta euren lekuan asi barriak

Aurrerantz' erderazkuak. (19)


¿Eta nuñ dozuz, zeruko arbola,

Zuk bere jantzi berdiak?

Zure erramok billoch dakustaz (20)

Igar ta ezkur bagiak. (21)

¡Ai mingarria! Gaztelako arrak

Jan deutsuz sustrai guztiak,

Bai-ta biotza, bai-ta barruak,

Azala itchi-ta bestiak.


¿Zagoze oraindik zutik, arkaitzak? (22)

¿Dollortu baga, mendiak?

¿Samur emoten Somorrostrogaz

Zeuen ondasuntegiak?

¿Errotak klan klan, taun taunka olak,

Eta pill pill iturriak,

Biziro errekak, bai ta ichasuak

Opaz arraintz ugariak?


Geyegi da ta ¡ausi, arkaitzak!

Onegi ez izan, mendiak,

Lurpetuteko Euskera ill-ta

Bere ondasun biziak.

¡Bera, tontorrak; bete, arruak;

Erdue Gaztel-lau igarrak;

Agortu, errekak; lurtu itchasuak;

Agur, euskeldun ibarrak.


Geure Erria, gizaldi danak

Zeugaz dira komutauko,

Ez dabelako beste erri bat

Zu duiñ garbi (23) aurkituko.

Etsai batzuek alper-alperrik (24)

Zure izena zikinduko:

Zeure Jaungoiko, egi bakarrak,

Dau oso garbi gordeko.

Felipe de Arrese y Beitia.


(1) Azken-agurrak, lit. últimos saludos.

(2) Amacho. Es un diminutivo de Ama, usado, no para determinar una relación de pequeñez, sino para expresar mejor un afecto cariñoso.

(3) Son de admirable efecto las repeticiones de este verso, Zauriren zauriz galdu galdu-ta, verdaderamente notable por su armonía, y de imposible traducción literal en castellano.

(4) Dakustalako. Es el verbo ikusi, ver, conjugado en su forma irregular.

(5) Es muy elegante, y da mucha energía a la dicción, la serie de repeticiones empleada en esta estrofa. ¿Nun dira...

(6) Gure urrengo umiak, lit. nuestros primeros hijos, nos premiers descendants ...

(7) Erdera-zale, aficionado a lengua extraña. El bascuence llama Erdera a toda lengua extraña, y erdalduna a todo extranjero, a todo el que no sea del país euskaro. Esta última voz úsase, pues, en la misma acepción que los pueblos antiguos empleaban el calificativo de bárbaro.

(8) Zorioneko arkaitzak eta... El poeta culpa a los pueblos de los valles que han abandonado el uso del bascuence, que se conserva todavía en toda su integridad en los caseríos y las aldeas. Este pensamiento se halla ampliado en los cuatro primeros versos de la siguiente estrofa.

(9) Onechek (esto mismo) dauka (tiene) nire biotza (mi corazón) erdibiturik (dividido en dos, hecho dos pedazos) naigabez (de contrariedad, de dolor, de aflicción).

(10) Barru-barrutik, lit. de dentro-dentro, de lo más hondo de la conciencia.

(11) Derichat, b. deritzat, g., paréceme. Es el presente de indicativo irregular del verbo iritzi, parecerle a uno, haciendo juicio.

(12) Paradisuko izketa, lit. del Paraíso lengua; lengua descendida del Cielo, langue descendue du ciel.

(13) Lástima es que el autor haya dejado pasar en los versos 2.°, 4.° y 8.° de esta estrofa la consonancia con la conjunción final ta, que es muy pobre, y debe en realidad considerarse como defectuosa.

(14) ¿Zer aldaikezut... lit. ¿Qué es lo que te puedo... hacer? Es el verbo al, poder.

(15) Negarrez urtu, derretirme en lágrimas, (fondre en larmes). El verbo urtu, procede de ur-a, agua, y expresa desde luego la acción de derretirse, liquidarse (licuarse), convertirse en o volverse agua.

(16) Bene-benetan, de todas veras, de todo corazón.

(17) Es ésta una de las estrofas más notables de la composición, por el profundo sentimiento que domina al poeta y por el arte con que sabe expresarlo. Son muy hermosas, la prosopopeya o personificación, por la cual el poeta se dirige a las provincias euskaras, y aun a sus montañas y sus rocas, al darles cuenta de la triste nueva, y bellísimas las varias repeticiones de dicción que se observan. 

(18) Negar batera! Llorad a una, llorad a un tiempo...

(19) El señor Campion ha traducido así la segunda parte de esta estrofa: "Quédese para otros el triste empleo de escribir en ex-

tranjera lengua los futuros acontecimientos." (A d' autres que nous d' ecrire en langage étranger les événements futurs!)

(20) Dakuztaz. Es una de las formas irregulares del verbo ikusi, las veo... Veo tus ramas desnudas...

(21) Igar ta ezkur bagiak, secas y sin bellotas.

(22) Zagoze oraindik zutik, arkaitzak? ¿Estáis (permanecéis) todavía en pie, peñas? - Esta y la siguiente estrofa son de primer orden, y quizás, y sin quizás, no tienen rival en la poesía euskara. El efecto onomatopéyico de los versos 5.° y 6.° es admirable.

(23) Zu duiñ o zure diñ garbi, tan pura como tú.

(24) Alper-alperrik. Repetición muy común en bascuence y muy expresiva. Lit. en vano-en vano. Está suplido el verbo dute. Zure izena dute zikinduko.


Último adiós a la madre euskara.

¡Oh venerable y querida madre de mi alma, oh antiquísima Euskara, permite que uno de tus leales hijos venga a darte el último adiós. Las prolongadas luchas debilitaron tu vejez; desgarrada por mil heridas, oh madre, vas a morir!

En terrible aflicción lloro, lleno de pesar, pues veo castellanizada a nuestra querida patria. Túbal, padre del Basco, acércate y mira. ¿Reconoces aún tu descendencia?

Dónde están los amantes hijos de tus leyes y de tu lengua? ¡Oh, Túbal, nuestro padre, ¿dónde se oculta tu limpia prole? ¿dónde las libertades de tus sabios hijos? Lágrimas mías, ¿dónde estáis? ¿Dónde mis ojos, que no lloráis?

Las viejas leyes de nuestros padres nos han lanzado un sombrío adiós; hemos quedado huérfanos, despojados de nuestras libertades. Si hubiéramos amado el Euskara, cual nuestros antepasados, aún vivieran entre nosotros, puras e intactas, nuestras admirables costumbres.

Con razón dirán nuestros hijos que fuimos unos locos, unos insensatos; pues sabrán que por haber amado extraña lengua perdimos todos los derechos que nos concedía el Euskara.

¡Dichosas montañas, dichosas rocas! Vosotras habéis sido hasta ahora los leales custodios de nuestras instituciones. Vuestros elevados flancos son y han sido siempre bascongados: no así las llanuras que descansan a vuestros pies. ¡Mirad las desdichas que nos ha traído la lengua que no ha nacido en el país!

No, ya no veo en los llanos los prudentes hijos de Túbal, pues en ellos no se escucha otra voz que la del erdera. Esto tiene mi corazón deshecho de dolor, pues no pienso que el Euskara recobrará de nuevo su antiguo poderío.

Odiar el Euskara y pretender conservar sus fueros, es vana locura! Tal es al menos mi convicción, nacida de lo más hondo de la conciencia. Podrá ser de otro modo, pero la razón me dice que no. Si el Euskara no resucita, muertas quedarán para siempre nuestras libertades.

Por nuestra culpa hemos traído a la agonía lengua tan hermosa, tan dulce y tan bella. Socorramos pronto a nuestra madre, antes que se aleje de la tierra.

¡Cuántos ilustres marinos, cuántos temibles guerreros, cuántos sabios insignes en las ciencias y las artes ha engendrado! Murieron todos, y ahora, ahora su idolatrada madre Euskara va a morir también.

Miradla al pie del árbol de Guernica, postrada en tierra, oprimida, convulsa, atormentada por el estertor de la muerte, y sin poder encontrar aire bastante para sus pulmones. ¿Tan inmenso dolor no moverá a compasión a nadie? ¿No acudirán sus hijos a prestarle los necesarios socorros?

¡Ay, madre mía! Tus actuales hijos deben haberte olvidado, pues ninguno acude a consolarte en este supremo trance. Muere, pues, muere sola y abandonada, lengua del paraíso, después de haber devorado durante seis mil años tantos ultrajes, tantas amarguras y tantos dolores.

¿Qué puedo hacer yo, solo, ¡oh madre! en tu triste agonía? Gemir, sollozar, derretirme en lágrimas, echado a tus pies, y pedir perdón desde el fondo de mi alma para todos tus hijos, acompañándote hasta que entregues tu alma a Dios.

Aléjate del mundo sin mancha, aléjate pura de la tierra, vete del mundo sin haber prestado adoración a los falsos dioses. Siempre odiaste, siempre aplastaste la idolatría … entrega tu alma a Dios en la pureza de la fé.

¡Euskara ha muerto! Euskara ha muerto! Se cerraron sus ojos para siempre! Llora Alaba! llora Guipúzcoa! llora Bizcaya! Llorad peñascos, llorad montañas, hasta agotar nuestras fuentes, esas fuentes tan saludables para todos los males y tan bendecidas por los que sufren.

Llorad también, Navarros. Llorad, Basco-franceses, pues sois hermanos nuestros. Lloremos juntos, rasguemos de dolor nuestras vestiduras, desgarremos las páginas de nuestra antigua gloriosa historia, y, en su lugar, comenzad las nuevas en lengua extraña.

Y tú, árbol celeste, dónde tienes también tu verde vestidura? Veo tus ramas desnudas, secas y sin fruto ¡Oh dolor! el gusano ultra-ibérico devoró tus raíces, tu médula y tus fibras; no ha dejado más que la árida corteza.

Rocas, aún permanecéis de pie? No os hundís, montañas? ¿No entregáis, como las minas de Somorrostro, el depósito de vuestros bienes? ¿Por qué turban todavía el silencio las volteantes ruedas de los molinos, los martillos de las fraguas, el murmullo de las fuentes y el ruido de los torrentes? ¿Por qué el mar llena de abundantes peces las redes del pescador?

¡Basta, basta! Rompeos, rocas; desgarraos, montañas, dejando ya de ser generosas. Euskara ha muerto: cubrámosla de tierra, sepultemos sus inapreciables bienes. Hundíos, altivas cumbres! Rellenaos, profundas gargantas! No oís la voz áspera del ultra-ibérico? Secaos, ríos; petrifícate, oh mar! Adiós, valles bascongados!

¡Oh, patria mía! Las generaciones futuras han de acordarse de ti, pues no encontrarán tierra más pura que tú. En vano mancharán tu nombre algunos enemigos; tu Dios, que es la verdad única y eterna, sabrá preservarte de toda mancha.


Azken agurrak gure etsaigoari.

Felipe Arrese Jauna-ri.


Irakurririk, anai nerea,

¡Ill da Euskera betiko!

Negar samiña, malko tristea,

Isuridet lenbiziko.

Damu garratza artu det eta

Ama ¿non zera? otsegindet.

- “Emen naiz, seme urrikitua,

Oraindik arnasa badet.

Utzi zizpuru eta auhenak,

Elkartu, seme maiteak,

Libranazake bakite onak,

¡Adinazute gaisoak!”


Ea bada, kuraia, nai luke Guipuzkoak,

Kuraia eranzutendu batian Bizkayak,

Kuraia Naparroak, kuraia Arabak,

Kuraia gure anai, franzes-euskaldunak.


Ez, Felipe, ez; azken agurrak,

Desarokida joanari,

Eta biotzetik, fedez beterik.

Esanzaiogun Amari:

“Atoz Amacho, arren, onera,

Zure semeen artera;

Zu gabetanik, ez degu izan nai,

Illtzen bazera, ilko gera.

Baña ¡EZ!

Beti gugatik bizikozerá,

Sekulan ilko etzerá.”

A. Arzac.


Último adiós a nuestras enemistades.

Al Sr. D. Felipe Arrese.

Al leer, hermano mío, ¡Ha muerto para siempre el bascuence!, amargo llanto, tristes lágrimas he vertido por la vez primera, y lleno de profundo dolor, he llamado a la madre Euskara: Madre, ¿dónde estás?

- "Aquí estoy, hijo compasivo (ha respondido nuestra Madre), aún respiro. Dejad los suspiros y los lamentos, uníos, hijos amados, una sincera unión puede todavía salvarme.”

Ea, pues, ánimo, quisiera Guipúzcoa, ánimo, responde a la par Bizcaya, ánimo Navarra, ánimo Álava, ánimo, nuestros hermanos los basco-franceses.

No, Felipe, no: demos nuestro postrer adiós, no al bascuence, sino a las pasadas intestinas discordias, y de todo corazón, y llenos de fé, digamos a nuestra Madre:

"Ven, Madre, por Dios, entre tus hijos, no queremos vivir sin ti, y si mueres, moriremos también. Pero no, vivirás siempre por nosotros: has de ser inmortal."

domingo, 27 de agosto de 2023

I. Canto de Lelo o de los Cántabros

I. 

Canto de Lelo o de los Cántabros.

Entre los monumentos literarios que se conservan en lengua euskara no hay ninguno que haya alcanzado la justa celebridad del Canto de Lelo, que ha dado origen a grandes controversias así entre los más notables escritores del país como entre los extraños que se han ocupado más o menos de las cosas de la tierra vascongada. 

Este canto, cuya antigüedad se hace remontar a los primeros años que siguieron a la guerra cantábrica, y que ha permanecido ignorado hasta que en 1817 lo dio a conocer el sabio Guillermo de Humboldt en sus Adiciones al artículo del Mitridates de Vater sobre la lengua vascongada (1) reúne a su vetustez una innegable importancia histórica y filológica, y de ahí que haya sido objeto de tan detenido análisis, y que se hayan 


(1) Berichtigungen und Zusätze zum erstem Abschnitte des zweyten (zweiten) Bandes des Mitrhidates über die Cantabrische oder Baskische Sprache, von Wilhelm von Humboldt. Berlin, 1817. In der Vessischen Buchhandlung. - En 8.° de 93 páginas. - (Páginas 84-89.) - "Correcciones y adiciones a la primera sección del segundo volumen de la obra intitulada, “El Mitridates, sobre la lengua cantábrica o vascongada."

ocupado de él con más o menos extensión en este siglo escritores de tanta valía como el ya citado Humboldt, Moguel, Fauriel, Chaho, Marrast, Abbadie, Aizquibel, Michel, Araquistain, Trueba y otros muchos.

¿Cuál es el origen de este canto? ¿cuál su data?

¿Cómo, dónde o cuándo ha sido hallado?

He aquí las primeras preguntas a que es preciso contestar antes de entrar en el análisis de esta importantísima composición.

Existía en Vizcaya a fines del siglo XVI un escribano de Zornoza llamado Juan Íñiguez de Ibargüen, (1: Este es su verdadero nombre y no Ibáñez de Ibargüen, como le han apellidado al citarlo Lafuente, Michel, Rodríguez Ferrer y otros escritores) muy aficionado a los estudios históricos, el cual iba reuniendo con el título de Crónica general de España y sumaria de Vizcaya, una gran colección de memorias y papeles curiosos, que en 1588 formaban ya hasta ciento ochenta y cuatro cuadernos distribuidos en tres libros, cuyos originales, aunque incompletos y muy estropeados por la acción del tiempo y por las vicisitudes que han corrido, se conservan aún hoy en la antigua casa de D. Federico Mugártegui, de Marquina.

Comisionado por Vizcaya, Íñiguez de Ibargüen recorrió en busca de datos útiles al país y principalmente de noticias de armas de las casas solares del Señorío, los archivos de San Pedro de Cardeña, de Oviedo, San Juan de Lausame (Lausanne), de Galicia, Santa María la Real, de 

Nájera, Valladolid, Simancas, y otros, y en este último, a donde marchó acompañado de otro sujeto muy instruido, expresamente enviado por el Señorío, que sospechaba se trasladaron a los archivos castellanos importantes documentos de Vizcaya, después de su incorporación a Castilla en 1371, halló el escribano de Zornoza un pergamino, que por su estado acusaba una gran antigüedad, y que contenía varios versos vascongados, harto oscuros unos, del todo ilegibles otros.

Íñiguez de Ibargüen examinó detenidamente aquel interesante documento, copió de él todo lo que podía leerse, y los versos que contenía, acompañados de una traducción todo lo fiel que se le alcanzó, los incluyó en el cuaderno 71 de su Crónica, inédita aún en nuestros días. A principios de este siglo, allá por los años 1800 a 1804, comisionado por la Real Academia de Berlín pasó a París el sabio Guillermo de Humboldt, con objeto de practicar algunas investigaciones filológicas; tuvo ocasión de examinar en la Biblioteca imperial una traducción en lengua euskara de la Biblia, (1: Probablemente el Nuevo Testamento traducido por Jean de Leizarraga, de Briscous, impreso en la Rochela, en casa de Pierre Hautin; en 1571) varias oraciones, y otros trabajos en vascuence, y sospechando que esta lengua podría quizás servirle de mucho en sus estudios, adquirió el Diccionario trilingüe del P. Larramendi y otras obras que halló a mano, pero no satisfecho con esto se decidió a venir en persona al territorio vascongado, donde pudiera oír hablar el euskara y tratar con personas versadas en su conocimiento.

Llegó a San Sebastián, y desde esta Ciudad el ilustre Conde de Peñaflorida lo dirigió a Marquina, y de allí pasó a Durango, en donde conoció al Presbítero Beneficiado de aquella iglesia y notable vascófilo D. Pedro Pablo de Astarloa.

Intimado con este y con el no menos distinguido Presbítero D. Juan Antonio de Moguel, con quienes trabó estrecha amistad, el sabio alemán pasó algún tiempo en Vizcaya, llegó a adquirir grandes conocimientos en la lengua euskara, cuya admirable estructura y mecanismo llamaron extraordinariamente su atención, y en esta excursión tuvo noticia y ocasión de examinar el célebre canto salvado por Íñiguez de Ibargüen, que pocos años después dio a conocer al mundo científico en sus Adiciones al Mitridates. Tal es el origen de este documento, cuyo autor y procedencia se ignoran, pues aunque se conoce que Íñiguez de Ibargüen indicaba en su Crónica manuscrita de donde lo sacó, cabalmente el cuaderno que lo contiene es de los que se hallan en peor estado, y falta justamente un gran pedazo a la hoja donde parece correspondían dichos datos. Se ha culpado a Íñiguez de Ibargüen de desidioso, o cuando menos de poco curioso por no haber reproducido íntegro dicho viejo pergamino, y justo es librarle de tal acusación, pues el diligente escribano de Zornoza hizo cuanto pudo de su parte, salvando de aquel importante documento todo aquello que alcanzó a descifrar.

En justificación de ello me valdré de sus propias palabras tomadas literalmente del citado cuaderno 71 de su Crónica manuscrita, que como dejo dicho se conserva aún en Marquina.

“Por este orden referidas - dice después de reproducir textualmente las diez y seis estrofas que nos ha legado del citado canto - yba este cantar contando toda esta historia que habemos dicho atrás en este capítulo de las guerras civiles que en cinco años Octaviano César Augusto hizo en esta Provincia Cantábrica, y aunque esta hereciat (1) tenga otros muy muchos versos rodados tan solamente dellos he tomado los diez e seis primeros, porque los demás estaban carcomidos, y los pongo aquí para el que fuere bascongado, contentándome con solo ellos ebitando largueza importuna de los demás, que el pergamino está muy roñoso e viejo."  

(1) A este canto y otros semejantes se designaba con el nombre de eresiac, voz que según el mismo Ibargüen “quiere tanto decir como cantar de historia verdadera."

La voz eresia se emplea ya hoy con alguna más amplitud en los diversos dialectos, usándose en el concepto general de narración histórica, leyenda o cuento triste. 

Sentados estos antecedentes, cúmpleme ya entrar en el análisis detenido de esta composición y en el examen de su fondo así como de su forma poética.

El Canto de Lelo es un resumen de la guerra cántabro-romana.

El poeta describe esta titánica lucha, con señas de ser la de Augusto, de haber durado cinco años con cerco de mar y tierra; niega a los romanos el triunfo o la victoria completa en estas montañas como lo lograron en los llanos; atribuye tal fortuna por parte de los vascos a su indomable valor, a lo fragoso de los bosques en donde combatían, y a la facilidad que hallaban para sus retiradas, y asienta que al fin se ajustaron las paces amigablemente, dándose el lado y no abatiéndose, que era cuanto humanamente podía pedirse a un exiguo número de combatientes contra ejércitos enteros, mejor provistos de armas y de víveres.

Tal es el argumento de esta composición, cuyos hechos se refieren como si acabaran de suceder, haciendo suponerla así de una remotísima antigüedad. Ha llamado principalmente la atención en este canto su estrofa primera, que la mayor parte de los escritores juzgan ajena al resto de la composición, y cuya interpretación, verdadero tormento para los comentadores, ha dado origen a numerosas conjeturas y a las más extrañas versiones.

"La primera estrofa - dice Humboldt en sus ya citadas Adiciones al Mitridates - se refiere a una tradición que Ibargüen cuenta y que corrobora con el testimonio de una obra antigua. Lelo era un hombre de mucha fama en Vizcaya. Durante la campaña que se vio obligado a hacer fuera de su país, su esposa Tota (: Toda) tuvo una intriga amorosa con un tal Zara, de cuyas resultas quedó encinta. Lelo volvió y los dos amantes se unieron para quitarle la vida. Este asesinato se realizó, pero el atentado fue descubierto y quedó resuelto en una asamblea del pueblo que los dos adúlteros fueran desterrados del país, y que al principio de cada canto se hiciera mención del desgraciado Lelo. (1: El distinguido literato guipuzcoano D. Juan Venancio de Araquistain ha escrito sobre esta tradición popular su preciosa leyenda Léhloh, que forma parte de un Legendario popular dado a luz en los folletines de La Correspondencia Vascongada, periódico publicado de 1869 a 1870 en Bilbao por los Sres. D. Juan E. Delmas y D. Antonio de Trueba.

Las personas de edad - añade - se acuerdan aún en efecto de un aire, cuyo estribillo decía:

Leluan lelo En Lelo, Lelo

Leluan dot gogo. En Lelo, yo pienso, 

y el proverbio bascongado Bethico Leloa, el eterno Lelo, del cual se sirve contra la repetición muy frecuente de una misma cosa, parece referirse a esta tradición." 

Mr. Fauriel (1) se hace eco casi en idénticos términos de esta tradición, de un extraño parecido con la de Agamenón, y afirma también que la asamblea del pueblo reunida inmediatamente después del asesinato del sobremanera querido Lelo acordó la expulsión del país de los culpables, y que todos los cantos nacionales se encabezaran en lo sucesivo con una estrofa en que se lamentara tan gran desgracia, para honrar así la memoria del valiente jefe cántabro y perpetuar el sentimiento de su muerte.

"Por singular que pueda parecer esta historia, - añade - hay un proverbio basco que se refiere a ella y parece atestiguar, si no su verdad al menos su popularidad.

"Bethico Leloa, esto es, eterno como Lelo, dícese de toda cosa muy repetida."

Por su parte M. Michel (2) cita dos composiciones de la colección de poesías vascongadas de Bernardo de Echepare, publicadas en Burdeos en 1515, en las que se encuentra repetido el mismo estribillo de Lelo.

En efecto, en la última estrofa de la que lleva por título Potaren Galdacia (la petición del beso), se lee un verso que dice:

Eta Lelori, bay Lelo, pota franco, vercia nego... 

y que ha sido traducido por M. Archu: “Oui, je donnerai á Lelo, á mon Lelo, des baisers à profusion, mais qu' il ne touche pas au reste...”

La segunda composición citada que es una Sautrela o paso de danza, (3) termina así:

(1) Histoire de la Gaule meridional sous la domination des conquérants germains, tomo II, apéndice número III.

(2) Le Pays Basque, páginas 229 y 230.

(3) Véase tomo II (serie I) del Cancionero, páginas 10 a 15. 

Etay Lelori, bai Lelo, Leloa zaray, Leloa. 

(Y he aquí a Lelo, sí Lelo, tú eres Lelo, Lelo.)

La palabra Lelua, tomada indudablemente del nombre del famoso jefe cántabro, ha pasado también al lenguaje con la significación de canto, refrán, (lelua, leloa) o sonsonete continuo, (bethico lelua), y así se ve usada por Oihenart (1) y Moguel. (2)

Todos estos datos corroboran, en mi sentir de una manera indudable, la existencia de la popular tradición y su remotísima antigüedad, dando por otra parte todos los visos de verosimilitud a la existencia de Lelo y a su trágico fin.

Ha habido, sin embargo, algunos escritores que huyendo de esta interpretación, en mi humilde opinión natural y lógica, a la tan controvertida estrofa primera del Canto de Lelo, se han metido en el terreno de las conjeturas y han torturado su fantasía para hallarle distinta explicación, ofreciendo como resultado de sus desvelos las más extrañas versiones.

En este caso se cuentan Chaho, Aizquibel, Michel, y otros laboriosos  e ilustrados vascófilos.

Agustín Chaho, (3) después de convenir en que todos los cantos euskaros antiguos comenzaban con la estrofa que encabeza el descubierto por Ibargüen, añade:

(1) Entre los Proverbios Bascos de este escritor, impresos por vez primera en París en 1657, aparece con el número 189 el siguiente:

Gueroa alferraren Leloa, que equivale a “El después (o el mañana) es el continuo refrán o la canción del perezoso.”

(2) Vocabulario con que termina su notable obra inédita "El doctor Peru Abarca."

(3) Histoire primitive des Euskariens-basques; langue, poesie, moeurs, et carácter de ce peuple. - Introduction á son histoire (,) Bayona, 1847. Tres volúmenes en 8.° mayor. 

"Los comentadores han tenido la ocurrencia de convertir a este Lelo en un Agamenón vizcaíno, a quien un tal Zara mató en un acceso de celos; pero no han considerado que un hecho tan vulgar no merecía que se diese una consagración secular al citado estribillo. Sobre todo no han parado la atención en que ese pretendido nombre de Lelo en cuatro letras lleva dos veces el artículo sufijo que la declinación euskaro-cántabra no usa nunca en los nombres propios.

Lelo, leloa, no puede ser, por consecuencia, un nombre propio de hombre, como tampoco puede serlo la palabra Zara.

Lelo, leloa, significa aquí la gloria, la fama, el lustro de la nacionalidad ibérica, como Zara designa la antigüedad, la vetustez.

Este texto, que ha dado la vuelta por Europa desde que Humboldt le prestó el apoyo de su autoridad científica, ha sido, pues, mal traducido hasta aquí. La traducción debía ser:

¡Acabó la gloria! ¡Murió la gloria, nuestra gloria! 

¡La vejez ha dejado perecer la gloria (,) nuestra gloria!”

Ni el hecho de la muerte de Lelo me parece tan vulgar como supone el Sr. Chaho, tratándose como se trata de un héroe de tan relevantes condiciones y tan querido como la tradición nos presenta a Lelo; ni las razones gramaticales en que el benemérito y desventurado escritor euskaro apoya su opinión son, en mi humilde sentir, tan concluyentes como pretende, ni, por último, me satisface la interpretación dada a la estrofa en cuestión ni la hallo siquiera ni remotamente verosímil.

Además, y aun suponiendo que quisiera aceptarse la versión de M. Chaho como la más exacta sería preciso enseguida volver a interpretarla para saber cuál pudo ser el origen, cuáles las causas de que se aceptara esa estrofa como estribillo común con el que se encabezaran todos los antiguos cantos euskaros, como reconoce el mismo escritor respecto a la que inicia el Canto de Lelo, y sabe Dios a dónde se iría a parar al cabo de tantas interpretaciones y de tantos comentarios.

Finalmente, y como manifiesta muy bien el señor Trueba, (1: El Canto de Lelo. Artículo publicado en la Ilustración española y americana. Año XIV. N.° VII, correspondiente al 25 de marzo de 1870, páginas 91 a 94.) 

algo dicen también y alguna autoridad merecen el constante testimonio de la tradición, y la unánime opinión de la crítica que dicen ser el nombre de Lelo el de un héroe popular muerto por un joven llamado Zara.

Más peregrina aun, y no menos infundada, me parece la opinión de Aizquibel, que he tenido ocasión de ver en unos apuntes manuscritos e inéditos sobre literatura bascongada, de puño y letra de este distinguido y laboriosísimo escritor.

“Yo creo – dice – que en lugar de aquella canción que cantan las nodrizas para adormentar (2: Verbo anticuado al que ha sustituido en nuestros días el equivalente adormecer) los niños, que empieza así:

Lua, lua, lua,

Lo, lo, lo, 

Gure umea

Lo dago, etc.,

inventó algún poeta del tiempo del Doctor Cachupin (1) para hacerla puramente vizcaína, pues en Guipúzcoa no he oído más que el tonillo de las nodrizas y niñeras con unos cuantos versos que varían según las épocas, con la tonadilla arriba puesta, que se repite al fin de cada verso." (2) 

En mi humilde opinión, la popular canción o estribillo que cita Aizquibel, por mucha que sea su antigüedad, no data de tan larga fecha como el Canto de Lelo, ni aun quizás de la época en que este fue hallado por 

Íñiguez de Ibargüen, y no veo tampoco analogía alguna entre ambos, por más que se pretenda traerla por los cabellos.

El ilustrado catedrático de la Universidad de Burdeos, M. Francisco Michel, ha querido también echar su cuarto a espadas en el asunto, (3) y ha acudido nada menos que al Romancero español, tratando de hallar en él explicación a la enigmática estrofa.

(1) Hay quien supone que este doctor Cachupin sea quizás el autor o el rebuscador al menos del Canto de Lelo, fundándose en las siguientes lineas que acerca de él se leen en el cuaderno 65 de la Crónica manuscrita de Íñiguez de Ibargüen:

"...y el mismo Doctor Cachopin (: Cachupin) da fée deciendo haber visto cerca de lo arriba dicho y de otras muchas antigüedades desta Vizcaya algunos papeles instrumentos y scripturas auténticas y de mucha fée e crédito antiquísimas, scriptas algunas dellas en su lengua bascongada y otras en latín correcto y otras en latín perfecto y natural y en cueros de animales curados y también ttosas y cortezas de árboles adobadas y sus letras y caracteres aunque con grande trabajo y dificultad se acabaron de leher y se dejaron bien entender..."

El mismo Íñiguez de Ibargüen cita en su obra entre los que se han ocupado de antigüedades y casas armeras de Vizcaya al Doctor García Fernández Cachopin.

(2) Al final de cada estrofa debe decir indudablemente, por más que esta confusión de términos sea harto común.

(3) Le Pays Basque, p. 230. 

Sin negar la verosimilitud de la antiquísima tradición relativa a Lelo, cuéstale trabajo el creer que la primera copla del histórico canto haga relación a esta particularidad, y expone su opinión sobre ella en estos términos: 

"En mi sentir, lelo il lelo... etc., no es otra cosa que un refrán, una especie de flon-flon, de trá lá lá, derivado del español hélo (he aquí), por el que comienza aquel antiguo romance:

¡Hélo, hélo, por do viene

el infante vengador

caballero á la gineta

en caballo corredor... "

En mi pobre concepto, la interpretación de Michel es tan infundada como las dos anteriores, y más absurda aún que aquellas, y después de haberlas visto todas me corroboro aún más en la interpretación de esta tan zarandeada estrofa admitida por Íñiguez de Ibargüen, Humboldt, Fauriel, Moguel, Trueba, y otros muchos escritores, que ante estas otras caprichosas versiones, nacidas de la torturada imaginación de sus autores, me parece más natural, más lógica, y sobre todo más exacta y verosímil. 

Pero no es esta sola estrofa, origen de tantas controversias, el único punto oscuro del Canto de Lelo. Todavía quedan en él uno que otro pasaje oscuro, y alguna palabra de significación no bien definida, a pesar del detenido análisis y del serio estudio de que ha sido objeto por parte de la mayoría de los vascófilos, y muy especialmente del venerable y erudito cura de Marquina D. Juan Antonio de Moguel, cuyos trabajos han aclarado muchos puntos antes dudosos.

El lenguaje de este fragmento es rudo y verdaderamente primitivo, abundante en arcaísmos y en voces perdidas ya y totalmente desconocidas; se nota una gran concisión y dureza en la construcción de las frases; faltan casi todos los verbos de enlace, y el tono general que en él domina muestra, en fin, un carácter de originalidad especial.

Las solas alegorías que existen, en número de dos, y que pueden verse en las estrofas XII y XVI, son de una extremada sencillez, y aun puede decirse que tan pobres de ideas, que cualquier poeta de época más reciente se hubiera desdeñado de usarlas.

El vascuence denota una gran antigüedad, y las voces en él empleadas son puramente euskaras, y exentas de toda mezcla extraña.

El canto entero se halla escrito en estrofas cortas de a cuatro versos, sin que se note en él verdadera rima, aunque por casualidad se encuentran dos en las estrofas V y VI, y aun también en la XII, y dos asonancias en la II y VIII. El último verso de cada estrofa que termina siempre en a, y solamente una vez en ac, da no obstante al conjunto algo que sabe a rima y cierta armonía musical.

Los tres primeros versos de cada estrofa, salvo contadas excepciones resultado quizás de defectos de copia, son de a cinco sílabas, y el cuarto de a tres y formado en casi todas ellas por una sola palabra trisílaba, reúne los versos de cada estrofa, y separa a estas unas de otras de una manera agradable al oído.

Todo, en fin, revela en este canto, que muestra bajo sus diversos aspectos un sabor y un carácter verdaderamente primitivos, un sello de vetustez y de gran antigüedad.

Como sucede, sin embargo, con todos los documentos de esta índole, no ha faltado quien haya dudado de su autenticidad, o a lo menos quien le ha supuesto de una fecha mucho más reciente de la que se ha señalado como origen a esta composición.

Varios son los escritores que han manifestado su opinión en este sentido; no obstante, son tan escasas como débiles la mayor parte de las razones que han expuesto en pro de esta tesis, y apenas si merecen una seria refutación.

En todas las cuestiones ha sido siempre y es tan fácil negar, cuanto es difícil probar de una manera sólida o incuestionable la fuerza de las razones en que se apoya la negación, y esto mismo sucede, en mi concepto, con las objeciones presentadas contra la autenticidad del Canto de Lelo.

Entre los argumentos de más peso que se han expuesto, se cuenta el relativo a la palabra Vizcaya que en él se emplea, y que no aparece en la historia hasta época muy posterior a la de la guerra cantábrica; duda mostrada primeramente por Humboldt en sus "Correcciones y Adiciones al Mitridates", y reproducida después por la mayor parte de los que consideran apócrifa dicha composición.

La razón, empero, no me parece ni tan sólida ni tan convincente como puede creerse a primera vista; pues, si bien es cierto que el nombre de Vizcaya o Bizcaya, como quiera escribirse (Bizcaia), así como también los de Guipúzcoa y Álava, no se encuentran en las obras de los historiadores antiguos hasta época posterior a la de la entrada de los árabes en España, posible es también, y más que posible, que esos nombres privativos del país sólo estuvieran en uso entre sus habitantes sin que llegaran a noticia de los extraños, como ha sucedido con otros muchos de la tierra euskara. De esta opinión participa el sabio jesuita y eruditísimo vascófilo P. Manuel de Larramendi, que tratando de la materia expone su juicio en estos términos en las páginas 111 a 113 de su notable Discurso Histórico sobre la antigua famosa Cantabria: (1: Madrid, 1736. imprenta de Juan de Zúñiga. Un tomo en 8.° de 420 páginas, más 38 de Prólogo, aprobaciones y demás, y seis al final de Tablas.) 

"Viniendo en particular a los nombres de Bizcaya, Guipuzcoa y Alaba, puede dudarse, si desde el principio de su población tuvieron las tres Provincias essos nombres proprios de su lengua: o no siendo assi, en 

qué tiempo se les impusieron? El tiempo en que empiezan a oírse en nuestras Historias, es mucho después que entraron los Moros en España. Pero es cierto, que no se pusieron entonces los nombres de Bizcaya, Guipúzcoa y Alaba: lo primero, porque los Historiadores no los inventaron, antes escribieron los que ya tenían entonces las tres Provincias. Lo segundo, no se halla razón ni sucesso, por el cual se pusiessen esos nombres como nuevos, ni que los Bascongados tuviessen algún acuerdo de ponerlos entonces. 

Según esto ya las tres Provincias tenían esos nombres en tiempos de Godos, y aun de los Romanos: y es lo que se debe decir, añadiendo, que en aquellos tiempos estaban en uso sólo entre los Naturales, no haviendo llegado a la noticia de los Estraños, como ha sucedido con otros muchos nombres; y que los Antrigones, Caristos y Vardulos eran segundos nombres conocidos de los Historiadores y Geógrafos antiguos, y por esso variados, mal escritos, y pronunciados; quando al contrario los de Bizcaya, Guipuzcoa y Alaba se han conservado incorruptos, y significativos entre los Bascongados, por haberse usado sólo entre ellos, que conocen, y saben su significado y energía."

¿Quién, fuera del país, conoce aun en nuestros días por sus nombres euskaros y privativos las localidades de San Sebastián, Pamplona, Fuenterrabía, Irún, y otras muchas?

¿Cuántos son, por ejemplo, los que saben que San Sebastián tiene su propio nombre vascongado Donostia, Pamplona Iruña, Fuenterrabía Ondarrabia e Irún Uranzu o Iranzu?

¿Cuántos escritores extraños al país designan a la lengua vascongada con su propio nombre de euskara o euskera?

Pues si esto sucede aún hoy, que los conocimientos generales están mucho más desarrollados que en otras épocas, y los medios de publicidad son tantos, tan rápidos y tan variados, ¿qué de extrañar tiene que en aquellos tiempos los escritores extranjeros designaran a Bizcaya con otro nombre que este, aunque fuera el propio y el común empleado por sus naturales? Ese argumento, pues, presentado por diversos escritores poco menos que como irrefutable contra la autenticidad del Canto de Lelo, no tiene para mí la solidez ni la fuerza que se le ha supuesto. 

El que el documento en cuestión haya permanecido oculto o ignorado durante tantos siglos, nada atestigua tampoco en contra de su legitimidad; pues no es este el primer caso de análoga índole que se presenta en el campo de las letras.

Mientras no se den, pues, pruebas más sólidas de su falsedad, y no las he visto empleadas por nadie hasta el día; mientras no se justifique con argumentos irrebatibles, la acusación de impostura que en este caso habría que arrojar sobre el escribano de Zornoza Don Juan Íñiguez de Ibargüen, que nos da de él la primera noticia y certifica su origen, el Canto de Lelo será para mí un documento de indudable legitimidad y de autoridad irrecusable.

En favor de esta tesis existe todavía otra razón:

Si este documento ha sido forjado por Ibáñez (Íñiguez) de Ibargüen u otro de sus contemporáneos o antecesores, ¿cómo no pudieron estos - como arguye muy bien Moguel, - (1) darnos una exposición clara del mismo? ¿dónde hallaron o de dónde sacaron tales voces hace cerca de tres siglos?

(1) Carta a D. José Vargas Ponce, fechada en Marquina a 30 de marzo de 1802, y publicada por la Academia de la Historia en el tomo VII de su Memorial histórico español, (Madrid, 1854), páginas 720-722. 

El mismo Humboldt, aun en medio de la duda suscitada por la presencia en el canto de la palabra Vizcaya, no ha podido menos de afirmar que, "no obstante, es siempre seguro que, tanto por su lenguaje como por su versificación este aire parece mucho más antiguo que todos los poemas españoles más antiguos que nos son conocidos."

Todos estos datos bastan a demostrar la verdadera importancia histórica, filológica y literaria de este documento, y a justificar la extensión de estos apuntes críticos.

He aquí ya ahora, en primer lugar este importantísimo fragmento, literal y escrupulosamente copiado hasta con sus propios errores, de la Crónica manuscrita de Íñiguez de Ibargüen, y seguido de una traducción en prosa castellana, todo lo exacta que me es dado hacer: y a continuación el mismo canto reproducido con las rectificaciones necesarias, a mi leal entender, acompañada de una versión algo más libre y más poética hecha con gran habilidad por el popular poeta D. Antonio de Trueba, e ilustrada con numerosas notas filológicas y gramaticales:


Canto de Lelo.

Texto literal reproducido de la Crónica de Ibargüen. 


"V. 1 

lelo, yl Lelo

lelo, yl lelo  

leloa çarat

il leloa.  


2.

Romaco armac 

aleguin eta

Vizcayac daroa

Zanzoa.


3. 

Octabiano

munduco jauna

le coby di

Vizcayocoa.


4.

Ichasotati

eta leorres

y mini deusco

molsoa.

5. 

leor celayac

bereac dira 

menditan tayac

leusoac. 


6.

lecu yronyan

gagozanyan

noebera sendo

daugogoa.


7.

bildurric guichi

armabardinas

oramayasu

guexoa. 


8.

Soyacgogorrac

badyri tuys 

narrubiloxa

surboa. 

9. 

bost urteco

egun gabean 

gueldi bagaric 

pochoa. 


10.

gurecobata

ylbadaguyan

bost amarren

galdoa.


11. 

aecanista

gue guichitaya

asqugudugu

lalboa. 


12. 

gueurelurrean

ta aen errian

biroch ainbaten

zamoa.

13. 

Ecin gueyago

(Falta el resto porque está roto el papel.)


14. 

tiber lecua

gueldico zabal

Uchin tamayo

grandoya.


15.

(Falta porque está roto el papel.)


16. 

andiaristac

gueisto syndoas

beticonayas

narraca."


Canto de Lelo. 

(Traducción literal castellana.)


1. (oh) Lelo!, (ha) muerto Lelo! - (Oh) Lelo! (ha) muerto Lelo! - (Oh), Lelo! Zara - (ha) muerto a Lelo!

2. Los extranjeros de Roma - hicieron lo posible, (mostraron sus fuerzas para subyugarnos), - (y) Vizcaya da - (el) canto de guerra. 

3. Octaviano (es) - (el) señor del mundo, - Lecobide - (lo es) de Vizcaya. 

4. Por mar - y por tierra - nos ha puesto - sitio (o cerco.)

5. Las secas llanuras - son suyas, (o ellos ocupan las áridas llanuras), - las altas montañas - (y) las cavernas, - (son nuestras, o están en nuestro poder.)

6. En sitio favorable - cuando estamos - cada cual (de nosotros) firme - mantiene su ánimo.

7. Poco miedo (tenemos) - con iguales armas - (pero) nuestra artesa - enferma (anda mal de pan.)

8. Duras corazas - llevan (ellos) - (pero el) cuerpo desnudo - (es más) ágil. 

9. De cinco años - (los) días y (las) noches - sin punto de reposo - (dura el) asedio.

10. (Para) cuando uno de los nuestros - ha (caído) muerto - cinco decenas - pierden (ellos.) 

11. (Pero) ellos (son) muchos y - nosotros pocos (escasos en número), - (y) al fin hemos hecho - (la) paz.

12. En nuestro suelo - y en su pueblo (o y en el suyo) - se atan del mismo modo - las haces. (N. E. fasces, etrusco : rasna. Símbolo de unidad, haz, feix, fascismo; catalanistas feixistes, bastante amigos de los y las etarras, sobre todo de los que se sientan en un escaño.)

13. Es imposible más... (Falta el resto porque está roto el papel.) 

14. El sitio (o la Ciudad) del Tíber - queda ancha (1) - Uchin Tamayo - muy grande.

15. (Falta porque está roto el papel.) 

16. Los grandes robles – ceden (2) - al continuo dar - del pica-postes. 

(1) Tal es la traducción literal, y en mi concepto la más exacta también de la frase original Gueldico zabal, que Humboldt ha traducido reposa a lo largo situada. Michel, queda o continúa extendida, (Reste étendue), y Trueba “conserva sus dominios.”) 

Queda ancha, expresa en mi concepto “Roma queda ya tranquila, en paz.) 

(2) Humboldt ha traducido "Caen mal de su grado.” 


Canto de Lelo.

(Texto original.) 


1.

¡Lelo! il Lelo,

¡Lelo! il Lelo (punto alzado)

Leloa! Zarac

Il leloa. 


2. 

Erromaco arrotzac (1)

Aleguiñ (2) eta 

Vizcayac (3) daroa (4)

Zanzoa. (5)


3. 

Octabiano 

Munduco jauna

Lecobidi (6)

Vizcaicoa.


4. 

Ichasotatic

Eta leorrez

Imini (7) deuscu

Molsoa (8)


5.

Leor celayac

Bereac dira 

Mendi tantayac

Leusoac. (9) 


6.

Lecu ironean (10) 

Gagozanean, (11)

Norberac sendo

(Dau) (12) gogoa.


7. 

Bildurric guichi

Arma bardiñez; (13) 

Oramaia (14) zu

Guexoa. (15)


8. 

Soyac (16) gogorrac

Badirituis,

Narru billosta (17)

Surboa, (18)


9. 

Bost urteco

Egun gabean

Gueldi bagaric

Bochoa. (19) 

10.

Gureco bata

Il badaguian

Bost amarren (20)

Galdua.


11.

Aec anitz ta

Gu guichitaya (21)

Azquen indugu

Lalboa. (22)


12.

Gueure lurrean

Ta aen errian

Biroch (23) ain baten

Zamoa. (24)


13. 

Ecin gueyago ….. (N. E. Falta el resto del texto)


14.

Tiber lecua

Gueldico zabal (25)

Uchin-Tamayo (26)

Grandoya. (27) 


15. 

(Falta todo el texto)

16.

Andi arichac (28) 

Guesto sindoaz

Betico naiaz (29)

Nardoa. (30) 

Canto de Lelo. 

(Traducción de D. Antonio de Trueba.) 


1. 

Oh Lelo! muerto es Lelo!

oh Lelo! muerto es ya!

oh, a Lelo Zara

dio muerte criminal!


2. 

A Vizcaya el romano

pretende subyugar;

pero Vizcaya (3) entona 

el cántico marcial.


3. 

El imperio del mundo

tiene Octaviano ya, 

y es Señor de Vizcaya

Lekobide el leal. 


4. 

Del lado de la tierra

y el lado de la mar

nos oprime Octaviano

con asedio tenaz. 


5.

En las secas llanuras

los romanos están

y bosques y cavernas

la montaña nos da.


6.

Apostados estamos 

en muy fuerte lugar

y ánimo inquebrantable

tenemos cada cual. 


7. 

Las armas siendo iguales

no tememos lidiar,

pero en nuestras artesas

suele faltar el pan.


8. 

Cubierto de corazas

el enemigo va,

pero el cuerpo indefenso

gana en agilidad.


9. 

De día ni de noche,

sin tregua al brazo dar,

cinco años há lidiamos

por nuestra libertad.


10. 

Cuando a uno de los nuestros

muerte el romano da,

cincuenta de los suyos

hemos visto espirar.


11. 

Pero hemos aceptado

al cabo su amistad,

porque somos muy pocos

y ellos son mucho más.


12.

En su tierra y la nuestra

lo mismo se ata el haz,

y era ya muy difícil

la lucha prolongar.


13. 

(Falta todo el texto)


14. 

Los dominios del Tíber

guardan su integridad

y Uchin-Tamayo (26) es grande

por la gloria y la paz.


15. 

(Falta todo el texto)


16.

El leve pica-postes

con su constancia va

venciendo la dureza

del roble secular. 

(1) El cambio de la palabra armac escrita, aunque se lee dudosamente, por Íñiguez de Ibargüen, por la de arrotzac, introducida según creo por Moguel, y aceptada ya por casi todos los comentaristas, no envuelve significación alguna de importancia para la verdad del texto, que queda inalterable. 

Las armas romanas, como se traduciría en el primer caso, o los extranjeros de Roma, como expresa en el segundo, viene a ser completamente lo mismo en el fondo.

La voz arrotz-a equivale a extraño, extranjero, y suelen emplearse como sinónimas de esta las palabras erbestecoa, (contracción de erri-bestecoa, de otro pueblo, de país extraño), atzeco-a o atzerrico-a, y erdaldun-a.

(2) Al-eguin, voz compuesta de al, guip., vizc., nav., ahal, lab., sulet., poder, y eguiñ, hacer, vale tanto como hacer (eguin) lo posible (ala o aldana). Ejemplos: Juango al naiz? Iré?, es decir, podré ir? Al-ic lenena, (o ahal-ic lasterrena), lo antes posible.

(3) No me parece excusado añadir que aunque en todo este canto sólo se cita el nombre de Vizcaya, la misma gloria cupo en la empresa a Guipúzcoa, pues ambas provincias desde luego pelearon unidas, y esa lucha ha inmortalizado el monte Hirnio o Hérnio, como más comúnmente se le llama hoy, situado en esta, y que los cántabros eligieron como uno de sus inexpugnables baluartes para su heroica defensa. Sobre el asunto me permito recomendar al lector la lectura de la preciosa tradición "Los Cántabros” escrita por D. Juan V. de Araquistain y que forma parte de sus "Tradiciones vasco-cántabras."

(4) Daroa. Es tercera pers. del sing. del presente de indic. del verbo vizc. eroan, llevar, equivalente al guip. eraman.

“Vizcaya da o entona el canto de guerra: es decir, lo lleva de monte en monte y de valle en valle."

(5) Zanzoa, voz purísima y muy usada, que expresa tanto como canto de guerra. Araquistain usa también en sus Tradiciones la voz Il çanzoa, para expresar la canción de muerte que entonaban los antiguos cántabros al arrancarse espontáneamente la vida antes de caer esclavos de los romanos.

(6) Lecobidi o Lecobide era el jefe de los Cántabros en tiempo de su lucha con Roma. (N. E. ¿Lecobide o Lecobidi = Lelo?)

(7) Imini, ifini o ipiñi, poner.

(8) La palabra molso-a se ha traducido por todos los comentaristas con la significación de sitio, cerco o asedio. En efecto, esta voz expresa propiamente el concepto de grupo, pelotón o montón de soldados, de gente o de ganado, y con igual significación se han empleado el verbo molsotu o moltsotu, agrupar, reunir, y sus derivados molsotu-a, molsotuago. 

(9) Leuso-a, leizea o leiza, abismo, antro, caverna.

En guip. y vizc. se ve generalmente leiz-a, leize-a, lez-a, en labort. En esta frase está sobreentendida, como comprenderá desde luego el lector a poco que se fije, la palabra gureac. "Las altas montañas y las cavernas (son) nuestras.”

(10) Lecu ironean, en lugar a propósito o favorable. Iron es, en mi humilde concepto, contracción de eraon: Lecu Ironean o era-onean equivale pues a lugar de gusto, agradable o favorable.

(11) Gagozanean, cuando estamos... Gagoz es 1.a pers. del plural del presente de indic. irregular del verbo egon, estar. Así se dice en el dial. vizc., emen gagoz, (emen gaude, guip.), aquí estamos.

(12) Tanto por hallarse suprimidos en el canto original todos los verbos de enlace, como porque destruye la medida, Humboldt cree, y participo de la opinión de este respetable filólogo, que el verbo dau que aparece en este verso es una reforma introducida en él 

posteriormente a su hallazgo, en beneficio quizás de la claridad.

(13) Bardin-a, berdiñ-a, igual.

(14) Oramai-a, artesa; de ora u ore, g., v., orhe, lab., bn., "pasta de harina preparada para el cocimiento", y mai-a, mesa. (N. E. ordeum, ordei, ordeo, ordea, ordeorum, ordeis, y versiones con h; cebada; ordi, ordio.)

(15) Guexoa o gueso-a, gech-a, vizc., gaitz, gaicho, guip., vizc., enfermo, malo. Desprovista aquí. - El dial. vizc. emplea también como sinónimas las voces guestoa, malo, (guip. gaizto-a), guestotú, (guip. 

gaiztotú), malear, y guestotza, maldad.  

(16) Soyac equivale a soin-ac, vizc. o soiñ, soñac, guip., los vestidos o las vestiduras.

Para expresar la significación de coraza emplea el vascuence la voz soiburnia o soin-burnia, que equivale a vestido de hierro.

(17) Narru billosta, piel desnuda o cuerpo desnudo o descubierto.

De narru, vizc., larru, g., lab., bn., piel, cuero, y billos, vizc., guip., billusi, lab., buluzi, bn., despejado, desnudo.

El cambio de la l en n que se observa en la voz larru, narru, es bastante común en la lengua vascongada, y se observa en otras muchas palabras, como por ejemplo en lenengo, lelengo.

La palabra billos-a, deriva según M. Chaho, de bilda, (pilda o filda), vestido, y uts-i, dejar.

“Adan ta Eva billosic icusi ziranean... "Cuando Adán y Eva se vieron desnudos..." (Lardizábal.)

En Vizcaya es muy común también designar al calvo con la expresión buru billosa, (de cabeza desnuda.) En la lengua se ven también usadas las palabras biluzi, desnudar, biluztea, desnudez, bilusa, desnudo, y biluzgorri, desnudo en carnes (N. E. en cueros, cuero : piel). 

(18) Surboa. Ignoro el origen y la etimología de esta palabra que no he podido hallarla en los diccionarios y vocabularios de Larramendi, Harriet, Moguel, Archu, Goyetche, Van-Eys, Chaho, Iztueta, e Iturriaga, ni aun en el Izteguia (Itzteguia) inédito de Aizquibel. Todos los traductores del Canto de Lelo la han vertido, sin embargo, en el concepto de ágil, flexible.

(19) Bocho-a. He aquí otra de las palabras desconocidas hoy, y cuya explicación no he podido hallar en ninguno de los diccionarios ni vocabularios que conozco. Bocho-a o pocho-a, (N. E: Latín possessio) (ya se sabe cuán común es en el vascuence el cambio de ambas letras iniciales), expresa, sin embargo, en mi concepto, lo mismo que ocupación, sitio, (y con la misma significación la han traducido todos los comentaristas), pues se usa aún el verbo pochelatu, y así lo emplea el P. Cardaberaz (Cardaberáz, Cardaberás) en el sentido de ocupar, tomar posesión o apoderarse de alguna cosa, así como también su derivado pochelatua; empleado por Lecluse con idéntica significación.

(20) Bost-amarren, cinco de a diez, o cinco decenas.

(21) Desconozco la terminación tai, taya, de esta palabra, que quizás sea resultado de algún error de copia. Desde luego la idea está sin embargo clara, pues guchi, guichi, significa menos, y el verbo guchitu,

venir a menos, amenguar o decrecer.

(22) Lalboa. Indudablemente la l inicial de esta palabra es simplemente eufónica, y destinada a evitar el choque de la vocal que le sigue con la última de la voz que le precede.

Eguin alboa equivale a acercarse, pues la palabra alboa se ve unida en los diversos conceptos de lado, flanco, costado, cercanía, inmediación, vecindad, y aquí ha podido emplearse más concretamente con la significación de concierto, pacto o convenio, pues así parece deducirse del texto.

(23) Biroch. Esta es otra de las palabras para mí desconocidas en el canto, y cuya explicación tampoco he podido hallar. ¿Será quizás un compuesto contracto del numeral bi (dos) y el verbo erachi o erachiki, pegar o unir una cosa a otra, empleado en el concepto de bildu, unir, atar o amalgamar? Parece corroborar esta opinión la palabra birokia, (bikia o bizkia), usada con la significación de mellizo o gemelo.

(24) La palabra zama significa propiamente carga; suele sin embargo usarse también en el concepto de haz o manojo de trigo, de leña, etc. Así se dice: egur zama, carga de leña o haz de leña.

(25) Véase la nota 1 de la página 21.

(26) Moguel entiende que Uchin-Tamayo, cuyo nombre conserva la tradición como el de uno de los jefes cántabros, es el que ajustó la paz con los Romanos.

(27) Humboldt señala esta como la única palabra no pura del canto, aunque él mismo indica que puede ser también vascongada y derivada de gora, alto, y andia (handia), grande.

(28) Arich-a, vizc. aritz-a, guip., haritz-a, lab., bn. sulet., roble. 

(29) En mi humilde concepto la n de naiaz es simplemente eufónica. Betico aiaz o ariyaz, al continuo dar... 

(30) Trueba ha traducido esta palabra por pica-poste. Larramendi designa a esta ave, más conocida por su nombre vulgar de pica-maderas, por alimentarse de los insectos que saca con su pico de entre las cortezas de los árboles, con los nombres de okila u okilla. (N. E. Pájaro carpintero y muchos nombres más; pícidos, Picidae, piciformes.)



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