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domingo, 27 de agosto de 2023

III. Beotibarco gudua.

III.

Beotibarco gudua.

(Fragmento.)

Beotibarco gudua.

Como quiera que del canto conmemorativo de esta batalla sólo nos queda un insignificante fragmento, conservado por Garibay y reproducido más tarde por numerosos escritores nacionales y extranjeros, no creo inoportuno dar en este lugar algunas noticias acerca de dicho combate, valiéndome al efecto de lo que sobre él han referido el eminente historiador guipuzcoano citado, el Bachiller Zaldivia, Baltasar de Echave, el Doctor Lope de Isasti, Iztueta, y otros cronistas.

Cansada Guipúzcoa de sufrir vejaciones que en los últimos tiempos había recibido del reino de Navarra, al cual estuvo unida durante setenta y siete años consecutivos, siguiendo la suerte ya próspera, ya adversa del mismo, acordó su separación de esta, y su libre y espontánea incorporación a la Corona de Castilla, como así se verificó en 1200 y en el reinado de D. Alfonso VIII. (1: Garibay, compendio historial, libro IX, cap. VI, folio 408, y libro I, cap. III, pág. 11.) 

Suscitáronse diferencias entre los Navarros y Guipuzcoanos, sobre diversos puntos, y entre ellos sobre la posesión del castillo de Gorriti, situado cerca de Berástegui, en los límites de ambas provincias, escisiones que según el parecer de Isasti eran encendidas y alimentadas principalmente por los franceses. (1)

Irritados los navarros por la separación de Guipúzcoa de aquel reino, negáronse a entregar el castillo de Gorriti, que ocupaban a la sazón, y desde él se entregaban de noche a repetidas correrías por los pueblos 

fronterizos de Guipúzcoa, incendiando y saqueando varios de estos, y asesinando a su habitantes.

No pudiendo ya los guipuzcoanos sufrir por más tiempo tan insignes atropellos, decidiéronse a hacerse dueños a toda costa del citado castillo de Gorriti, y dirigiéndose sobre él se apoderaron a viva fuerza en término de hora y media, dice Iztueta, (2) haciendo prisionera a toda su guarnición que fue pasada a cuchillo.

La noticia cundió con la velocidad del rayo por los ámbitos de Navarra, encendiendo en cólera a sus habitantes y decidiendo al Virrey D. Ponce de Morentana que gobernaba el reino a nombre del Rey de Francia, a levantar un poderoso ejército con el que pudiera vengar aquella afrenta.

"Juntaron gran ejército los Navarros - dice el Bachiller Zaldivia (3) - y entraron en la Provincia muy poderosamente, y lo que en su entrada sucedió se sigue aquí, según está asentado ab antiguo al principio del Cuaderno viejo de la Provincia: y se halla escrito en 


(1) Compendio historial de Guipúzcoa, libro II, cap. IV, párrafo 5, pág. 272. 

(2) Condaira de Guipúzcoa, parte III, cap. XI, pág. 288-289.

(3) Suma de las cosas Cantábricas y Guipuzcoanas, escrita en 1564 por el Bachiller Juan Martínez de Zaldivia. - Este tratado de poca extensión, pues sólo consta de 27 capítulos, permanece inédito. 


la Iglesia de Puente de la Reina, Villa principal de Navarra; año a nativitate Domini millessimo, trigentessimo primo; sea que vino de Francia Don Ponce de Morentana, Vizconde de Oña y gobernador general de Navarra, el día miércoles ante la fiesta de Santa Cruz de septiembre, que vino la nueva, que los guipuzcoanos habían tomado el Castillo de Gorriti; y mandó dicho Gobernador juntar cuanta gente pudo: y todo esto no fue por otra cosa, salvo por destruir a Guipúzcoa; y salió el dicho Gobernador de Pamplona con gran gente un día domingo víspera de Santa Cruz, que era la gente sin cuenta, y partieron el dicho día de Santa Cruz y anduvieron recogiendo la gente toda la semana hasta que se juntaron de Navarra, y Gascones y Franceses setenta mil combatientes, (1: Sobre esta cifra se nota alguna variedad en los diversos escritores que se ocupan del suceso) y entraron en Guipúzcoa día viernes ante la fiesta de San Matheo; quemaron a Verástegui, e hicieron mucho daño a la Iglesia de ella; y el sábado siguiente llegaron hasta Beotibar, allí Gil López de Oñaz, que era Señor de la casa de Larrea, principal al tiempo en el lugar de Amasa con ochocientos Guipuzcoanos, y desbarataron toda gente, y tomaron preso a Martín de Aybar hombre de mucha estimación en Navarra, el cual decía que había pechar a los Guipuzcoanos, que quisiesen calentarse al sol, y que vendería el sol por dineros; e a tercero día le mataron a Juan López de Urroz Merino de las Montañas, e a Pedro de Oibar, e a Martín de Eusu, fijo (hijo) del dicho Martín de Oibar, y a Pedro Sotes, e a Pedro García, e Juan de Urti, fijo del dicho Pérez, e bien a otros cincuenta y siete Caballeros, e otra mucha gente, e Don Miguel Sanz Albarez (Álvarez), e D. Martín Hiertu, e D. Martín Roncal, e mucha otra gente de la Ciudad fueron presos y muertos, e el Sr. Rosenil, e Juan Corboran e Juan Martínez de Medrano, e Juan Enrri-quez, e murió el hermano del Gobernador e Bernat Caritut, e D. Martín de la Pelena; e volvieron (N. E. bolbieron en el original) Gil López, e su compañía, y toda la hostillamenta de bestias, y armas de la Hueste que montaba cien mil libras; y escapó el Gobernador en camisa, y todos los otros fueron presos e muertos; y esto acaeció el dicho día sábado, año de mil trescientos veinte y uno, por lo qual quejándose los Navarros del término de Beotibar, donde fue la batalla, antiguo dicho suyo es: Beotibar, Beotibar, hic daucac Martín de Oibar.” (1)

Sobre el ardid de guerra de que se valieron los guipuzcoanos para alcanzar tan brillante victoria, dice Baltasar de Echave en sus Discursos de la antigüedad de la lengua Cántabra-bascongada, (2) y reproduce 

Isasti en su Compendio historial:

(1) Isasti cita también sobre el mismo asunto este proverbio anónimo: "Arreosibai, arreosi, Martín de Oibar an erre eta egosi.”

(2) Un tomo en 8.° impreso en Méjico en la Emprenta de Henrrico Martínez. Año de 1607. Cap. 21, p. 75. 

"Lo cual visto por los nuestros (la invasión de la Provincia), acudieron de repente con hasta ochocientos soldados que se juntaron, llevando por Caudillo y Capital general a Gil López de Oñez (Oñaz), señor de la casa de Larrea, en la villa de Amasa, persona bien diestra y ejercitada en todo trance, por cuya orden habiendo llevado y subido muchas cubas deshechas, que proveyeron todas aquellas caserías de la comarca, a las 

Montañas que están a los lados del Valle que se llama Beotibar, que quiere decir Valle de yeguas, por donde los enemigos habían de pasar, y llenándolas de piedras a tan buen tiempo las dejaron rodar, que desbarataron toda la avanguardia (N. E. vanguardia; avant garde) de los Franceses, y visto los enemigos el daño de los delanteros, dieron a huir todos ellos, y los nuestros a seguirlos en las angosturas y asperezas, donde hicieron mucha riza y matanza..." 

En conmemoración de este gloriosísimo combate, del que se han ocupado la mayor parte de los historiadores que han tratado de los asuntos del país vascongado, se compuso una canción en lengua euskara, de la que tan solo se conserva la primera estrofa, recogida por el insigne Garibay, y reproducida después en un sin número de obras antiguas y modernas.

Indudablemente el canto debió existir completo y lástima es que por nuestra desidia o por la poca costumbre que ha habido siempre en nuestro país de escribir tales canciones, fiadas únicamente a la memoria 

del pueblo, se haya perdido también esta nueva composición, que remonta según todas las apariencias a la época misma de la batalla de Beotivar, dada como se ha dicho el 19 de septiembre de 1321.

He aquí el insignificante fragmento que nos ha quedado de este canto:

"Milla urte igarota (1) 

Ura bere bidean,

Guipuzcoarrac sartu dira 

Gazteluco (2) echean,

Nafarraquin batu (3) dira

Beotibarren pelean.” 


El Bachiller Zaldivia, e Isasti han traducido esta estrofa en la siguiente forma:

“Al cabo de años mil

vuelve el agua a su cubil.

Así los guipuzcoanos han vuelto

a ser castellanos, 

y se han topado en Beotibar

con los navarros.”


(1) Igaro, pasar. Milla urte igarotá... después de pasar mil años...

(2) Desígnase a Castilla con el nombre de Gaztela. (N. E: de gaztelu, castillo, Castilla.) 

(3) Batu equivale a unirse. Aquí más bien encontrarse.

Todos los años celebra todavía la villa de Tolosa el día de su patrono S. Juan con un baile conocido con el nombre de pordon-dantza, (baile de palos), creado en conmemoración de la célebre batalla de Beotibar.

No concluiré estos apuntes sin recomendar al lector la lectura de la preciosa tradición escrita sobre el asunto por el distinguido literato guipuzcoano D. Juan V. de Araquistain, con el título de Beotibarco celaya.


Segunda serie. Tomo III. Cantos históricos.

Segunda serie. 

Tomo III. 

Cantos históricos. 

1878.

Al Sr. D. Antonio de Trueba y la Quintana.

Mi querido amigo y respetable compañero: A ninguna de mis modestísimas obras he dispensado hasta hoy la cariñosa solicitud que a este pequeño volumen; predilección que se explicará V. perfectamente al saber que se trata de los Cantos Históricos de nuestra querida tierra, a cuya propaganda y más perfecto conocimiento he querido contribuir también en la escasa medida de mis fuerzas.

Al formar el plan de este humilde trabajo y antes aun de iniciarlo, hice el propósito de dedicárselo a V. como débil testimonio de afectuosa consideración al amigo, de admiración y de respeto al incansable cronista de Vizcaya, al popular cantor vascongado, y al distinguido narrador y poeta español, gloria de nuestro suelo y honra de su patria; y hoy que lo veo terminado, estampo con el mayor gusto al frente de estas páginas y junto a mi humildísimo nombre el de V., tan conocido como justamente respetado en el mundo de las letras.

Pobre, como mío, es el recuerdo que le ofrezco; confío, sin embargo, en que lo aceptará con su acostumbrada benevolencia y lo juzgará con su proverbial bondad.

Soy siempre de V. con la más distinguida consideración, afectísimo amigo

Q. B. S. M. 

José Manterola.

San Sebastián 13 de junio de 1878. 

Prólogo.

El estudio de los Cantos Históricos de los bascos es el objeto del presente volumen.

A su importancia histórica reúnen estas composiciones un gran valor filológico, pues muestran el sello originalísimo de la literatura especial de que forman parte, y contribuyen a la vez de una manera notable a dar a conocer el genio característico de esta antiquísima raza euskara, admirada del mundo por su heroísmo y su fiero amor a su independencia y su libertad, pero poco apreciada todavía en sus manifestaciones literarias, en las producciones de su inteligencia o de su fantasía.

Dos únicos monumentos de esta índole, de verdadero carácter histórico, conserva en el día la lengua euskara: el Canto de Lelo, o de los Cántabros, y el denominado de Altabiscar.

Aquel recuerda la guerra cantábrica; éste la derrota del ejército de Carlo-Magno en Roncesvalles.

El primero, cuya antigüedad se hace remontar al siglo de Augusto, es una relación sobria y austera de las luchas de Roma con los Cántabros, de las que nos muestra interesantes detalles; el segundo constituye un rudo y varonil canto que describe con gran verdad y colorido, cual pudiera hacerlo un testigo presencial, la catástrofe y las horribles angustias de las huestes francas, sorprendidas por los Bascos en los angostos desfiladeros de Altabiscar y de Ibañeta, de regreso a su país después de la fracasada intentona de Carlo-Magno de extender su ya vasto imperio por este lado de los Pirineos.

Ambas composiciones ofrecen, pues, una verdadera importancia histórica, por los grandes hechos a que se refieren, y aparte de ella muestran no menor valor, bajo el aspecto meramente literario, por su sabor verdaderamente primitivo, y por el carácter de originalidad que se observa en todas sus partes y detalles.

Del Canto de Lelo, al que la crítica literaria ha concedido un preferente lugar, y del que se han ocupado numerosos literatos nacionales y extranjeros desde que a principios de este siglo lo dio a conocer al mundo científico el sabio prusiano Guillermo de Humboldt (Wilhelm), ofrezco no solamente el texto original escrupulosamente copiado de la antigua Crónica de Íñiguez de Ibargüen, el rebuscador de este canto, sí que también el mismo texto aclarado por los diversos comentaristas e ilustrado con abundantes notas filológicas y gramaticales; una traducción completamente literal en prosa castellana, otra versión poética hecha ya con alguna libertad por el distinguido cronista del Señorío de Vizcaya, D. Antonio de Trueba, y extensos apuntes críticos en los que se indica brevemente la historia de esta composición, se analizan detenidamente su fondo y su forma, se exponen las principales opiniones emitidas por los literatos de más nota que se han ocupado en su estudio, y se refutan aquellas ideas expuestas, que en mi humilde sentir, son absurdas o poco verosímiles. Análogo trabajo he practicado sobre el magnífico y memorable Canto de Altabiscar, cuyo texto original en vascuence bajo-navarro ofrezco íntegro al lector, acompañado de una versión literal castellana, e ilustrado con numerosas notas y observaciones, y extensos apuntes críticos. A este canto sigue además una excelente traducción libre en verso castellano.

A estos dos documentos, únicos en su género y de su importancia que conserva la literatura euskara, siguen una breve noticia histórica de la famosa batalla de Beotivar, el exiguo fragmento que nos ha llegado del canto conmemorativo del triunfo obtenido en dicho punto por las fuerzas guipuzcoanas sobre las francesas y navarras el 19 de septiembre de 1321, y por último, el himno al Árbol de Guernica del famoso bardo guipuzcoano D. José María de Iparraguirre, que por su asunto y su significación se ha elevado en nuestros días a la categoría de un verdadero canto histórico-popular entre los Bascos.

Este último canto, así como los de Lelo y Altabiscar, va acompañado de una traducción literal castellana, ilustrado con diversas notas y observaciones, y precedido de un ligero juicio en que se traza a grandes rasgos su historia y se expone su significación.

Tales son los trabajos, objeto de estudio del presente volumen.

El laborioso escritor francés M. Michel incluye también en su excelente obra Le Pays Basque entre los cantos históricos de los Euskaldunas, unos versos en elogio de Domenjon González de Andia, célebre guipuzcoano de fines del siglo XV, (1) un canto anónimo en dialecto bajo-navarro, de los últimos años del siglo pasado, dedicado al Vizconde de Belsunce, (2) otro de la misma fecha en honor del Conde d' Estaing, escrito en vascuence labortano, (3) y aun alguno más, pero ninguna de estas composiciones reúne ni con mucho la importancia histórica y el valor literario de los Cantos de Lelo ni de Altabiscar, ni ha alcanzado tampoco la popularidad que el himno al Árbol de Guernica, por cuya razón he creído poder omitir su reproducción en este volumen.  

He puesto cuanto estaba de mi parte para que este estudio salga lo más completo posible, y será grande mi satisfacción si he conseguido aclarar con mi humilde esfuerzo cualquiera punto dudoso, o añadir un solo nuevo dato, de alguna importancia, a los ya conocidos sobre los Cantos Históricos de esta querida tierra vascongada, objeto del presente volumen. 

José Manterola. 


San Sebastián 1.° de junio de 1878. 


(1) Tan sólo se conserva de ellos la siguiente cuarteta:

"Sagarra eder, guezatea,

Guerriyan ere espatea,

Domenjon de Andia,

Guipuzcoaco erreguiá."

Domenjon de Andia, "el rey de Guipúzcoa", como se le apellida en este cantar, es uno de los personajes que más descuellan entre los que han intervenido en la dirección del régimen autonómico de Guipúzcoa, habiéndole cabido también una parte importantísima en el apaciguamiento de los Bandos Oñacino y Gamboino, (1457) en el Convenio de recíprocas indemnizaciones entre Inglaterra y Guipúzcoa celebrado el año 1474, y en el Tratado de Comercio estipulado por ambas partes contratantes en 1482. 

(2) Consta este canto, que puede verse en la citada obra de Michel, páginas 244 a 247, de 10 estrofas de a siete versos, con rima perfecta.

He aquí, por vía de muestra, dos de sus principales estrofas:

8.a

"Belzunceren izena,

Eta haren aomena

Urrunda hedatcen:

Erregueren gortetan,

Iri eta campañetan,

Norc ez du entzuten

Belsuncez mintzatzen?

9.a

Zuhaurren herritarrec,

Bai eta Laphurtarrec,

Goraki diote: 

"Euskualdunen lilia, 

Eta ohoragailla,

Zu zira, Belsunce.

Luzaz bici zaite."

Traducción. El nombre de Belsunce y su fama se extienden por do quiera. ¿Quién no oye hablar de Belsunce, ya en la Corte del Rey, ya en los pueblos, ya en los campos?

Tus propios conciudadanos, así como también los labortanos dicen en alta voz: "Tú eres, ¡oh Belsunce!, la flor y el orgullo de los Bascos. Que Dios te guarde largos años."

(3) Es una imitación del canto en elogio del Vizconde de Belsunce, hecha por D. J. Larregui, rector de Basussari, villa del Cantón de Bayona, y que consta de quince estrofas de a cuatro versos, consonantados por parejas.

He aquí para que el lector se forme una ligera idea de esta composición, que puede verse íntegra en la citada obra de Michel, pág. 248 a 252, las siguientes estrofas:

"Zuc gherla ghizonetan ¡oh d' Estaing noblea!

Daramazu, segur da, zuzenki lorea;

Ethorkiz zare jausten puruenetaric

Francian diren etche zaharrenetaric.


Maiz zure arbasoac dire seiñalatu,

Franciaco khoroa dute sustengatu,

Cembat ere odolac baitzaitu goratzen,

Zure bihotzac zaitu hobeki bistatzen."


Traducción. Sobre todos los guerreros, ¡oh noble señor d' Estaing!, has alcanzado la palma en buena ley. Por tu origen desciendes de lo más puro, de una de las más antiguas casas de Francia.

En muchas ocasiones se han distinguido tus antepasados: ellos han sido sostén de la Corona de Francia.

Pero aún más que tu rango te elevan tu valor y tus propios merecimientos.

Canto de Lelo

Canto de Altabiscar

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